Marín
tiene razón: si los justicialistas pampeanos hubieran ido a las
Olimpíadas de Londres se traían el Oro en garrocha. Así son
de saltimbanquis y acomodaticios. Él lo sabe mejor que
nadie: porque esos saltimbanquis estuvieron a su servicio. Y porque
él mismo se ha dado a la práctica de la garrocha.
Marín
tiene razón cuando habla de los nuevos K pampeanos: “esperemos que
sea por convicción. Porque cuando es por convicción, hay que estar
dispuestos a obtener los beneficios cuando las cosas van bien pero
tiene mucho más valor cuando las cosas no van bien. Y algunos son
aquellos que se acomodan de acuerdo a como alumbra el sol”.
La
Pampa se caracteriza por el pulular de kirchneristas
retardados y poco convencidos.
El
gobernador Oscar Mario Jorge, funcionario de la dictadura
e intendente del neoliberalismo, se vio forzado por la realidad a
elegir de qué lado se paraba, en cuál de las veredas se
apoltronaba. Ahora parece que hace los deberes, fiel a su
trayectoria política, que ha sido hacerle caso al que tuviera
arriba: Greppi, Marín, Menem, Verna, o el que fuera. Ahora es
Cristina. Kirchnerista retardado, sin convicción.
Ahora
resulta que la senadora María de los Ángeles Higonet suena
como si fuera “nacional y popular” de la primera hora.
Ella,
que en el 2009 recorrió la provincia haciendo campaña proselitista
prendida de los pantalones de Carlos Verna y diciendo por lo bajo que
tarde o temprano el gobierno de Cristina se venía abajo. Ella, que
de tan convencida formó parte de un bloque al que llamó “PJ-La
Pampa” y al que, según se sabe, todavía no ha dado el portazo.
Ella, que para no arrimar ni un respaldo a la presidenta, disimulaba
su boicot bajo el eufemismo de que iba a “defender los intereses de
la provincia”. Ahora resulta que “si no hay proyecto de país,
no hay proyecto de provincia”. Kirchnerista retardada, sin
convicción.
Ahora
resulta que cuando habla, Luis Larrañaga parece Máximo
Kirchner: frente a Boudou, le rebalsan los elogios al modelo por
todos los agujeros, se lleva un papelito anotado para que no se le
escapen las boludeces que se le sueltan cada vez que discursea y
lanza una metralleta de zalamerías a las medidas de Estado y a los
funcionarios que las tomaron.
Larrañaga
hasta saluda las decisiones políticas por encima de la dictadura
economicista y tecnocrática: justo él, que es un hombre llegado a
la política desde los negocios más que desde las ideas; él, que ni
bien puso un pie en el municipio revitalizó la idea de las
privatizaciones; él, que se buscó padrinos en las derechas de todo
ámbito (el vernismo, el marinismo, el sindicalismo); él, que
representa el vacío ideológico y el perfil gerencial-administrativo
de los asuntos de Estado.
El
otro kirchnerista retardado y sin convicción es el que tiene razón:
Marín. Que quizá por eso mismo sabe tanto del asunto.
Marín, que ahora reclama “convicción” tuvo la posibilidad de
los hechos y no de las palabras, pero casi empuja a la
presidencia de Cristina al abismo, cuando le escatimó su respaldo en
la época de la Resolución 125 y se amuchó con Julio
Cobos, la Sociedad Rural y el Grupo Clarín. O sea: las
corporaciones.
Es
lógico, frente a ese panorama, que en La Pampa el gobierno nacional
encuentre sus leales entre dirigentes poco conocidos, como hizo
por ejemplo en las legislativas del año pasado con María Luz Alonso
y Silvia Bersanelli. Tan retardados y poco convencidos lucen los
justicialistas locales que hasta uno de los principales referentes de
La Cámpora local genera lógicas desconfianzas: Miguel
Tanos fue el ministro de Educación del neoliberalismo.
Mirando
el panorama dirigencial pampeano, uno encuentra que ninguna de las
principales banderas del gobierno “nacional y popular” fue
levantada por estos lados: ni la pelea por los Derechos Humanos, ni
la Ley de Medios, ni la Asignación Universal por Hijo, ni el fin de
la represión a la protesta social, ni las negociaciones paritarias,
ni el matrimonio igualitario, ni la estatización de jubilaciones o
de YPF, ni la despenalización del consumo de marihuana, ni el
desendeudamiento, ni ninguna de las medidas inclusivas que se tomaron
fue alguna vez propuesta o decidida de modo genuino por algún
dirigente más o menos visible de la corporación que es el PJ
pampeano.
En
ese sentido, al "modelo" le viene mejor un
convencido como Carlos Verna, decididamente un opositor de
derecha, que esta manga de "kirchneristas" que de tan
retardados se vuelven sospechosos; que como mercenarios son capaces
de estar de un lado o del otro; que no sostienen con convicciones las
virtudes del gobierno pero que sin embargo son rapidísimos para
plegarse a todos sus defectos, incluyendo la manía del reclutamiento
de saltimbanquis y garrochistas.
Frente
a tanto retardo y falta de convicción de esa clase dirigencial es
que a veces se comprende la aplicación del “más que malo
conocido, vale el misterio por conocer”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario