Por Juan Pablo Gavazza
Dice Luis Larrañaga que no habla con el periodismo. Ponele que está
bien, que ni tiene que dar explicaciones. Pero no sabe cerrar la boca: la abre hasta para no
hablar. Y dice, entonces, que no quiere contacto con la prensa porque “después
me critican porque hablo mucho”.
Nadie lo critica porque habla mucho, sino porque habla muchas boludeces. O porque cuando habla no dice nada. Ese es el asunto: Larrañaga no habla porque no sabe qué
decir. Hasta que no sepa qué es, y a contramano de todo, para Larrañaga la
mejor opinión es el silencio.
Ilustración: Sergio Ibaceta, sección "Entre Pocillos", de El Diario
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