Enojado porque le afanaron un maletín con $4.000, el
diputado Martín Brothiry salió a denunciar, como si fuera una revelación, el
“fracaso” de la “política de seguridad” en la provncia.
Lo hizo muy en el estilo que corresponde al sector político
en el que se encuadra: la derecha vernácula de perfil gerenciador. Pidió -desde
ya- más policías en las calles. Y dijo que en la Policía “a los chicos los
conocen a todos, tienen el currículum de todos”, como lamentando que no se los
pueda encerrar.
Si realmente el Estado tiene esos datos, lo que debería
hacer es acudir en ayuda de los “chicos” –que son, realmente, los más inseguros
de todos– más que salir a cazarlos.
Es una vieja historia del capitalismo y el neoliberalismo:
Estado ausente para contener, educar e integrar, pero ultrapresente para
castigar, penalizar y reprimir.
Y entonces la obsesión por hablar de la “inseguridad” alude,
en estas bocas, casi exclusivamente a los delitos (en general, contra la
propiedad), como si no hubiera inseguridades más importantes: la inseguridad de
no tener salud, la inseguridad de no tener educación, la inseguridad de que te
maten a palos los milicos, la inseguridad de no tener sueños ni futuro, la
inseguridad de que se te vengan abajo los techos de las obras públicas mal
hechas.
A Borthiry le faltó aclarar si la receta vernista para
evitar el fracaso incluye poner el Ministerio del área, como ya hicieron, en
manos del “exitoso” Juan Carlos Tierno.
Foto: diario El Diario
Foto: diario El Diario
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