Por Miguel Palazzani
Otra vez robando bebés y niños. Otra vez la
Iglesia Católica. Se trata de la operación “Peter Pan”.
Generó el éxodo de más de 14.000 niños de Cuba y
-según los especialistas- continuó vigente hasta el año 1981 y en total se
calcula que afectó a más de 25.000 niños de una edad promedio de entre 5 y 16
años, incluyendo también a bebés.
Es parte del terrorismo que no se conoce tanto,
implementado esta vez por los EEUU en complicidad con la Iglesia Católica. Sí,
otra vez la “puta de Babilonia”. Otra vez colaborando en el robo de identidad.
Entre noviembre de 1960 y octubre de 1962, sacerdotes
católicos de Cuba distribuyeron un documento apócrifo que generó un terror
indescriptible: según los curitas, esos escritos eran una prueba irrefutable de
lo que planeaba el nuevo gobierno revolucionario, ese “documento” supuestamente
apuntaba a legalizar la intención del Estado Cubano de usurpar la patria potestad de todos los niños.
Obviamente,
se amenazaba con penas terribles a los padres que se negaran. Prisión y
muerte.
Todas mentiras que la Iglesia Católica y sus
buenos curitas se encargaron de vender como verdad. Aunque no sólo los curas
sino también las más altas jerarquías de la Iglesia Católica en Cuba se
ocuparon de golpear cientos de puertas para diseminar la mentira terrorista.
Se trató de un vomitivo acto de terrorismo
contra el gobierno revolucionario de Fidel que, como siempre, tuvo éxito en las
clases medias asustadas y perjudicadas con la revolución.
“Madre cubana, escucha esto! La próxima ley del
gobierno será quitarte a tus hijos desde los 5 y hasta los 18 años!” ; “Madre
cubana, no te dejes quitar a tu hijo!”; “Madre cubana, ve a la Iglesia y sigue
las orientaciones del Clero!”.
Como todavía no regía el bloqueo y la
revolución principiaba, el gobierno cubano no detectó la maniobra que consistía
en que se le otorgara -fácilmente- una visa de estudios. En Miami, el cerebro
era Monseñor Bryan O. Walsh. Un hermoso ejemplo de católico.
Los padres los enviaban a Miami con esa visa,
con la excusa de estudiar. El Departamento de Estado Norteamericano, giró
millones de dólares al Colegio Católico de Monseñor Walsh para la “manutención”
de los niños recibidos. En Cuba, el encargado de la operación era James Baker,
director de la Ruston Academy. Walsh
conseguía las visas, Baker los niños.
La operación “Peter Pan” estaba orientada a la
burguesía, los que habían perdido con la Revolución, pero también las clases
más bajas de La Habana fueron manipuladas con viles y perversas amenazas.
Padres miedosos que veían la encarnación del
demonio en Fidel y añoraban a Batista.
“Todo fue una campaña
de propaganda para perjudicar a Fidel”, confesaba años después un cómplice directo
ante el “Miami Herald”. La idea era fomentar el pánico, con la esperanza de
generar un clima destituyente contra el gobierno cubano.
Con sólo demostrar que los niños estaban
inscriptos en un colegio terciario o universitario de EEUU, se concedía la
visa. Las líneas aéreas Pan Am y KLM también colaboraron, modificando la lista
de pasajeros para acelerar la salida de los niños.
La operación Peter Pan fue orientada a la
destrucción de miles de familias. La Iglesia Católica terminó por usurpar las
identidades y la patria potestad de miles de niños destruyendo la vida de esas
familias con consecuencias que llegan al día de hoy.
El terrorismo puede adoptar muchas maneras: una
bomba en un teatro, la explosión en una escuela, pero también puede ser
psicológico. Este es uno de los casos más abyectos que se conocen.
En Cuba no hay nada más importante que la
familia. Estas personas se llevaron los niños, despreocupándose por su futuro,
mintiendo en todo, prometiendo que Fidel duraría poco tiempo y que pronto
estarían todos juntos. La Iglesia, en la que tanto confiaban, les había mentido
de la peor manera. En el peor lugar. Esos niños pagaron un costo muy alto:
abusos, violencia, desarraigo, pérdida de su identidad.
El terrorismo más sofisticado y cruel: el
psicológico.
Demasiados padres dejaron ir a sus hijos para
no verlos nunca más.
Con el tiempo y el bloqueo, el
destino mudó a España. Se estima en 1.000 niños el éxodo. Allí, tampoco los
esperaba nadie.
En nuestro país, en la noche de la dictadura,
la Iglesia Católica y sus jerarcas, colaboraron y justificaron el robo de bebés,
todavía se los busca. El daño es de aquellos que no se pueden “decir”, donde
el lenguaje no alcanza para describir.
Otra vez, la Iglesia Católica. ¿Alguien escuchó
que se hayan arrepentido en Cuba?; ¿alguien escuchó que se hayan arrepentido en
Argentina?
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