domingo, 19 de agosto de 2012

Otra vez robando bebés y niños


Por Miguel Palazzani

Otra vez robando bebés y niños. Otra vez la Iglesia Católica. Se trata de la operación “Peter Pan”.

Generó el éxodo de más de 14.000 niños de Cuba y -según los especialistas- continuó vigente hasta el año 1981 y en total se calcula que afectó a más de 25.000 niños de una edad promedio de entre 5 y 16 años, incluyendo también a bebés.

Es parte del terrorismo que no se conoce tanto, implementado esta vez por los EEUU en complicidad con la Iglesia Católica. Sí, otra vez la “puta de Babilonia”. Otra vez colaborando en el robo de identidad.

Entre noviembre de 1960 y octubre de 1962, sacerdotes católicos de Cuba distribuyeron un documento apócrifo que generó un terror indescriptible: según los curitas, esos escritos eran una prueba irrefutable de lo que planeaba el nuevo gobierno revolucionario, ese “documento” supuestamente apuntaba a legalizar la intención del Estado Cubano de usurpar  la patria potestad de todos los niños.

Obviamente,  se amenazaba con penas terribles a los padres que se negaran. Prisión y muerte.

Todas mentiras que la Iglesia Católica y sus buenos curitas se encargaron de vender como verdad. Aunque no sólo los curas sino también las más altas jerarquías de la Iglesia Católica en Cuba se ocuparon de golpear cientos de puertas para diseminar la mentira terrorista.

Se trató de un vomitivo acto de terrorismo contra el gobierno revolucionario de Fidel que, como siempre, tuvo éxito en las clases medias asustadas y perjudicadas con la revolución.

“Madre cubana, escucha esto! La próxima ley del gobierno será quitarte a tus hijos desde los 5 y hasta los 18 años!” ; “Madre cubana, no te dejes quitar a tu hijo!”; “Madre cubana, ve a la Iglesia y sigue las orientaciones del Clero!”.

Como todavía no regía el bloqueo y la revolución principiaba, el gobierno cubano no detectó la maniobra que consistía en que se le otorgara -fácilmente- una visa de estudios. En Miami, el cerebro era Monseñor Bryan O. Walsh. Un hermoso ejemplo de católico.

Los padres los enviaban a Miami con esa visa, con la excusa de estudiar. El Departamento de Estado Norteamericano, giró millones de dólares al Colegio Católico de Monseñor Walsh para la “manutención” de los niños recibidos. En Cuba, el encargado de la operación era James Baker, director de la Ruston Academy. Walsh conseguía las visas, Baker los niños.

La operación “Peter Pan” estaba orientada a la burguesía, los que habían perdido con la Revolución, pero también las clases más bajas de La Habana fueron manipuladas con viles y perversas amenazas.

Padres miedosos que veían la encarnación del demonio en Fidel y añoraban a Batista.

“Todo fue una campaña de propaganda para perjudicar a Fidel”, confesaba años después un cómplice directo ante el “Miami Herald”. La idea era fomentar el pánico, con la esperanza de generar un clima destituyente contra el gobierno cubano.

Con sólo demostrar que los niños estaban inscriptos en un colegio terciario o universitario de EEUU, se concedía la visa. Las líneas aéreas Pan Am y KLM también colaboraron, modificando la lista de pasajeros para acelerar la salida de los niños.

La operación Peter Pan fue orientada a la destrucción de miles de familias. La Iglesia Católica terminó por usurpar las identidades y la patria potestad de miles de niños destruyendo la vida de esas familias con consecuencias que llegan al día de hoy.

El terrorismo puede adoptar muchas maneras: una bomba en un teatro, la explosión en una escuela, pero también puede ser psicológico. Este es uno de los casos más abyectos que se conocen.

En Cuba no hay nada más importante que la familia. Estas personas se llevaron los niños, despreocupándose por su futuro, mintiendo en todo, prometiendo que Fidel duraría poco tiempo y que pronto estarían todos juntos. La Iglesia, en la que tanto confiaban, les había mentido de la peor manera. En el peor lugar. Esos niños pagaron un costo muy alto: abusos, violencia, desarraigo, pérdida de su identidad.

El terrorismo más sofisticado y cruel: el psicológico.

Demasiados padres dejaron ir a sus hijos para no verlos nunca más.

Con el tiempo y el bloqueo, el destino mudó a España. Se estima en 1.000 niños el éxodo. Allí, tampoco los esperaba nadie.

En nuestro país, en la noche de la dictadura, la Iglesia Católica y sus jerarcas, colaboraron y justificaron el robo de bebés, todavía se los busca. El daño es de aquellos que no se pueden “decir”, donde el  lenguaje no alcanza para describir.

Otra vez, la Iglesia Católica. ¿Alguien escuchó que se hayan arrepentido en Cuba?; ¿alguien escuchó que se hayan arrepentido en Argentina?

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