jueves, 30 de agosto de 2012

Más que una mierda

Por Polilla Vallejos

"Soy la misma mierda que antes de entrar acá" "yo no compro el sistema" "Camilo, porque leyó unos libritos, se cree que es mejor" "compró el sistema". Palabras sanguíneas, desde la rabia más genuina, desde el asco de un chico de 17 años, institucionalizado, acá nomás, a unas cuadras.

¡Qué nos parió! ¡Cómo naturalizamos estas afirmaciones!.

Un pibe dueño de 17 años, dueño de un discurso lleno. Repleto de verdad, dolor y castigo. Un "cliente" más, que toca la guitarra, que dibuja, que entiende todo lo que le pasa/¿rá?. Que le tocó, que asume, que no quiere, que quiere. Un número de expediente que en la celda de castigo juega al ajedrez.

¿Cómo pasamos de pibes dando y gestando vida, porque vale la pena, a pibes que regalan, miserablemente, su vida al sistema? ¿ Cómo les hicimos creer que Camilo Blajaquis es el enemigo?

Un pibe, dos pibes, cientos de pibes. Pibes que podrían ser mis amigos, que podrían enseñarme, con los que me tomaría una cerveza.
Pibes.

Pero están presos, no institucionalizados, presos. Presos planeados desde antes de nacer. Presos de la misma mierda que reivindicamos cada vez que aceptamos que "esto es lo que hay".

¡Sí! ya sé! La Polilla es una ridícula, una loca linda, una romántica abstracta. Pero mientras tanto, los chicos, y hablo de chicos, no quieren vivir más con nosotros. Al menos, mientras los tratemos como "los otros".

Se dieron cuenta, se cansaron de esperar, se hartaron de llamarnos la atención. Están podridos de pudrirse "adentro". El exterminio por goteo, que le dicen.

Acá, no hay ilusiones ¿y qué hay sin eso?. Sin ilusiones somos la misma mierda ayer, hoy y mañana. Y somos pobres, ni siquiera la misma mierda, somos peor.

"Nosotros", encomillado con vergüenza, tal vez no compramos el sistema, pero lo alquilamos, para vivir. Convenientemente lo alquilamos. Y cada pago importa una complicidad.

No obstante, no hay manera de obviar, de hacernos los pavos, de no poner de sobresalto que en el IPESA, que es lisa y llanamente el reformatorio pampeano, hay celdas de castigo que reproducen las peores épocas de nuestras historia, que son en sí mismas una tortura, que no hacen mas que demostrar lo poco que se aprendió. Celdas que más que disciplinar, propugnan el odio y el resentimiento.

Así como lees, una celda de "disciplina" de menos de 2 metros por 2 metros, destinada a que "entiendas lo que es bueno". No puede tener otro nombre, es una celda de castigo. Máxime, teniendo en cuenta que, fuera de ese
contexto, el disciplinado está sujeto a la mirada de los vigilantes que a través de un vidrio hacen su trabajo. El panoptismo, que le dicen.

No, si no es joda. Cuando Foucault nos contaba que la división espacial era una de las medidas que había que adoptar cuando se declaraba la peste, no estaba jodiendo. Ya sé, se refería al siglo XVIII, detalle menor.

Una profe, un chico, una historia más presente que la miércoles y una Polilla que escribe. Que no piensa dejar de ilusionarse, por la profe, por el pibe. Porque enojado, consciente, cansado, él tiene que poder "comprar" que vale más que una mierda.

1 comentario:

  1. Pues habrá que apostar a que esa polilla siga escribiendo, justamente para "comprarse", (pienso más en reinventarse, en una especie de revalorización de su condición como ser humano), para pensar un futuro diferente para él y tantos que están excluidos.

    Abrazo

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