Por Juan Pablo Gavazza
La vicegobernadora Norma Durango fue la dirigente política con mejores reflejos: la primera en salir a repudiar la reivindicación que el cura Jorge Luis Hidalgo hizo de la última dictadura. Una reacción a tono con su nuevo perfil, en pose muy “nacional y popular”, defensora de los Derechos Humanos y preocupada por las cuestiones de género.
Hace unos años parecía muy otra: pidió una “segunda oportunidad” para Hugo Marenchino, ex policía represor, condenado por delitos de lesa humanidad y puntero del justicialismo.
Durango fue una de las caras del menemismo neoliberal que rifó el país, garantizó impunidad y banalizó la política. En buena hora que algunas cosas hayan cambiado tanto que ahora se vea forzada a darse a sí misma una segunda oportunidad.
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