Pino Solanas y León Arslanián miran desde lugares distintos.
Y son una demostración de cuánto influye aquello del cristal a través del que se mira.
Los dos dirigentes fueron entrevistados, por separado, por la revista “Debate”
–tal vez la publicación política más interesante y profunda del momento– y
confrontaron en sus modos de ver el gobierno nacional y especialmente en las
transformaciones que se hicieron o se dejaron de hacer.
Arslanián, abogado, especialista en Derecho Penal, ex
ministro que encaró la reforma de la Policía Bonaerense, ex integrante de la
Cámara que condenó a las Juntas Militares en el ’85, dice: “Acá hubo un proceso
de modernización legislativa formidable. Nunca el país, en su historia, ha
tenido una actividad tan intensa en este sentido”.
“Enumeremos: el Código Civil nuevo, leyes de migración, de
Servicios de Comunicación Audiovisual, de Matrimonio Igualitario, de Identidad
de Género, de Salud Mental, de Tierra, de Protección Integral para prevenir y
erradicar la violencia contra las mujeres, de modificación del Código de
Justicia Militar, de Prevención contra la Trata de Personas, de Trabajo
Agrario, de Muerte Digna… Caramba. Son leyes importantes”.
Frente a ese listado, Pino Solanas ve el vaso medio vacío: “Representan
un cambio, no digo que sean lo mismo que el menemismo. Pero las grandes leyes
del menemismo están vigentes. Con mayoría absoluta en el Congreso no las
bajaron. Me refiero a la Ley de Reforma del Estado, de Emergencia Económica, la
privatización de los puertos y los ferrocarriles. Y las leyes mineras, que
representan el mayor despojo, porque se llevan de veinte a treinta veces más de
lo que declaran”.
Solanas, además, confiesa que “lo que más le critico al
kirchnerismo es que, como fuerza nacional, haya generado una desunión tan
grande en el pueblo argentino”. Justifica los ataques de la derecha al gobierno
nacional del siguiente modo: “Les molesta el estilo y seguramente algunas
medidas, como haber estatizado las AFJP: Pero no se pueden confundir ciertas
medidas neokeynesianas con políticas estructurales neoliberales, porque los
tres sectores que más han ganado plata en estos años son el petrolero, el
minero y el bancario”.
Arslanián cree que “la Argentina está en transición desde el
neoliberalismo económico hacia un estado de Bienestar”.
Otro punto de debate es si el gobierno nacional es o no
peronista, y en ese caso hasta dónde y cómo. Dice Arslanián: “El peronismo es
duro en la discusión por el poder pero siempre termina siendo disciplinado en
el apoyo. Ahora estamos asistiendo a nuevas realidades con este fenómeno
político de Néstor y Cristina Kirchner, que es la creación de una base de
sustentación y una dirigencia política nuevas”.
Entonces, “Hay que revalidar todos los liderazgos. Ésta es
una operación de alta complejidad. El peronismo dejaría de ser tal y el
Gobierno dejaría de tener ese signo si se desprendiese o renunciase al apoyo de
lo que ha sido su base tradicional, llámese pata gremial, el peronismo
histórico… Acá el gran dilema es ver cómo se puede conjugar esta novedad de
incorporar sin excluir”.
Solanas: “Están muy mezclados los tantos, porque el gobierno
nacional aparece como una gran fuerza progresista y de izquierda. Su enemigo
principal es la reivindicación de un auténtico proyecto emancipador y
auténticamente peronista. Ninguno me puede discutir a mí de peronismo porque
fui un perontólogo. Me estudié todo Perón y lo traté de cerca”.
“El kirchnerismo –añade Pino- es parte de la herencia de una
gran impostura. Siempre hubo muchos intentos de descabezar al movimiento
peronista e integrarlo al sistema”.
Concluye Arslanián “Sería una lástima que se perdiese este
cambio político en la Argentina, fundamentalmente en materia social y de
política económica. Ahora, no sé si, gobierne quien gobierne, se puede proponer
fácilmente un retroceso. La Argentina no se banca más un ajuste. Ni algo
parecido al Consenso de Washington. Los nuevos derechos sociales no pueden
volver atrás. Acá hubo un proceso de modernización legislativa formidable”.
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