Pequeña pregunta: ¿qué mecanismos operan para que algunos le creamos a ciertos medios y otros le crean a otros? A partir de ahí, y de la aceptación de que hay -por ejemplo- dos relatos, una reflexión sobre el papel de los medios, la teoría de la "independencia" periodística y un repaso por la historia y lo que representan algunos de esos espacios.
Por Thelonius Monk
Aceptemos, por una vez aceptemos, aunque sea por estos 5
minutos, que existen dos relatos.
Que existen dos maneras de reflejar la realidad, hoy, en
nuestro país (quedémonos con el país en esta hipótesis).
Bien. Como la inmensa de la mayoría de los argentinos no
pueden tener contacto directo con “la realidad”, es claro que la conocemos por
“intermedio” –mediada– por los canales de información que elegimos para
conocerla.
Soy sincero: leo Página/12, Tiempo Argentino, Clarín, La
Nación e Infobae, básicamente, para –por “intermedio” de ellos– concectarme con
la realidad.
En TV miro: 678, Desde el Llano, Con Sentido Público, A dos
voces, Código Político, El Juego Limpio (qué lindo nombre), siempre y cuando
pueda ir haciendo zapping si coinciden los horarios.
La pregunta que me da vueltas hace tiempo es: ¿qué
mecanismos operan para que algunos le creamos a ciertos medios y otros le crean
a otros? Siempre sobre la base de que ambos cuentan una historia y un relato
diferente y opuesto.
Y me interpelo, porque todo este proceso histórico-político
inevitablemente me ha alejado de muchas personas que durante mucho tiempo
fueron cercanas.
¿Qué hace que miremos “la realidad” de manera tan diferente,
diametralmente opuesta al punto de que afecte nuestra relación personal?
Lo atribuyo (otros tendrán otra idea) a que vemos y leemos
medios diferentes. No encuentro otra explicación.
Creo que cualquier persona sometida a mirar cualquiera de
los medios mencionados (y únicamente uno –o más, pero que compartan la misma
visión–) sin una formación política sólida, por el término de, digamos, 30
días, inmediatamente, “mirará” la realidad y opinará sobre la misma de acuerdo
a tales elecciones.
Esto no es nuevo, ya lo sé. “Somos pensados”, diría algún
filósofo argentino. “La existencia inauténtica” diría Heidegger.
Pero, siendo inevitable, es importante que hagamos un
esfuerzo para, por lo menos, advertirlo.
Seguramente, entre tantos componentes, habrá uno que hace
que elijamos tal o cual medio porque es el que mejor se adapta a nuestra
cosmovisión. Entonces, habrá gente a la que le queda cómodo leer La Nación y
sus escribas. Y habrá otros, que nos sentimos cómodos leyendo Página/12, nos
sentimos identificados.
Pero, siendo tan diferentes “los relatos”, tengo que hacer
alguna observación de lo que veo, leo o escucho.
Ni Página/12, ni 678, ni Tiempo Argentino se autoproclaman
“independientes”. En mayor o menor medida, siempre se reconocen compartiendo el
proceso político.
Es decir, todos sabemos qué leemos, escuchamos o vemos cuando
elegimos eso.
También es evidente que Clarín, La Nación y TN (para resumir
los espacios que más se ven/leen) se definen como “independientes”. Es decir,
no reconocen estar defendiendo o mirando la realidad desde ningún interés.
No hace falta a esta altura decir que es imposible no estar
parado en algún lugar cuando analizamos la política. No hay ascépticos. No hay neutrales.
La neutralidad es el disfraz de alguien, seguro. Si no admitimos que existe una
feroz disputa de poder, no se puede hacer ningún análisis por la abismal
diferencia en la visión inicial de lo que es “la política”, la historia y el
poder.
Entonces, ¿los que leen, escuchan y ven Clarín, La Nación y
TN se creen en serio que son independientes? ¿Se creen en serio que se forman
una opinión independiente? ¿O sólo calman sus conciencias, no pudiendo
enfrentar lo que realmente representan esos medios? ¿Se creen que son
independientes porque saben que desnudar lo que representan esos medios y verse
reflejados les produciría cierto escozor?
¿Horacio Gonzalez o Morales Solá? ¿A quién le creen? En
serio. ¿Alfredo Zaiat o Cachanovsky? ¿Verbistsky o Kirschbaum?
Y así podríamos seguir con muchísimos.
¿Elegir a unos o a otros para creerle nos define a nosotros
también? Yo creo que sí.
Y lo creo sin alegría, porque creerlo me hace replantear el
mundo más inmediato.
El triunfo más perverso de Clarín, La Nación, TN y LO QUE
REPRESENTAN (para no focalizar en un diario o en otro, lo importante es lo que
representan) es que les/nos han hecho creer que tenemos opinión propia. Que
tenemos agenda propia.
No somos expertos en nada y los sucesos y los hechos que
ocurren nos los tienen que contar, explicar, traducir; en general es así para
casi toda la población y por lo tanto tenemos que hacer un ejercicio de fe a
veces (muchas, demasiadas) y elegir a quién le creemos.
Este proceso histórico-político ha tenido el mérito de
desnudar quién es quién en el periodismo y en los medios.
Por eso, cuando ocurre algo, cuando compro el diario, cuando
sintonizo una radio o un canal de televisión me pregunto de dónde vienen, a
quiénes fueron funcionales, a quiénes representaron históricamente y si bien no
es fácil –es más bien complejísimo– tengo en claro qué pasó en este país cuando
nos “reorganizaron” los lazos sociales.
Tengo claro que mientras mataban a Walsh, Oesterheld o
Urondo (por citar los emblemáticos), Clarín y La Nación pactaban con la
dictadura y se quedaban con Papel Prensa.
De eso sí que no tengo dudas. Y he decidido, por lo menos
para mí, que eso sea parámetro para decidir a quién le creo y a quién no.
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