jueves, 4 de octubre de 2012
“Los derechos sexuales tuvieron un retroceso”
Fernando Giayetto se dice “varón que trabaja de médico”. Está a la cabeza de la pelea por derechos sexuales y reproductivos, que en la provincia –afirma– “tuvieron un retroceso” durante los últimos años, y a contramano de algunos hechos nacionales. En una entrevista con Salieris contó la persecución que sufrió, habló largo y tendido sobre métodos anticonceptivos, aborto y políticas de salud. Dice que el Colegio Médico “es conservador”; que hay que “concientizar con la palabra”; y que desde la asunción de Oscar Mario Jorge como gobernador hubo un claro retroceso, que implica hacer que la gente se olvide que tiene derechos que reclamar.
Giayetto se define a sí mismo como “varón que trabaja de médico. Es una construcción, no que un día me desperté y dije eso, se fue construyendo. La identidad no nace de un repollo. En algún momento uno hace un click y empieza a transitar un camino que a lo mejor tenía algo de la cuna, pero eso fue una construcción. Y agradezco que no pongan el apelativo del doctor, que no lo soy pero además es una concepción vetusta y conservadora que no me cabe”.
–¿De dónde venís?
–Vengo de Córdoba, donde vivía (nació en Río IV y trabajaba en Córdoba capital); estaba recién recibido, había hecho mi especialidad y se puso duro, Angeloz venía haciendo desmanes en la primera provincia con bonos del siglo XX. Miré alrededor, esto de que hay que poblar la Patagonia y se dio… Estuve un mes en Quemú, donde había un puesto y caí ahí. Me ofrecieron venir a la capital, un hospital mucho más grande y me fui quedando… hace 20 años…
–¿Y qué motivos te mantuvieron en La Pampa?
–La respuesta es simple: uno está pensando que se va a volver y se termina quedando. Razones hay un montón, básicamente las etapas de la vida; uno tiene que construí personalmente y en estos últimos 10 años uno trabaja para el lugar donde está… También la cosa familiar… El dinero no hace la felicidad, pero ayuda un montón. Es multifactorial. Pero yo pensaba hasta hace poco que las cosas se van dando por alguna razón. Una amiga querida, Mónica Rodríguez, siempre dice que todos tenemos una historia y todos estamos sanando. Y creo que eso me cae bastante bien.
–De ahí venís, ¿y adónde vas?
–Es una buena pregunta, siempre uno está buscando; pero más me gusta saber donde estoy, tratando de construir esta realidad.
Sexo, género y mucho más
–¿Sexo, género o qué?
–Sexo, género y mucho más… Soy medio freudiano, esto de que el sexo es la energía que mueve el mundo, yo creo que sí. Es un anclaje, hay un montón de cosas que tenemos biológicamente. No hay porqué temerle, pero a diferencia de los animales, racionalizamos y eso nos constituye en individuos que estamos como aprendiendo, el valor comunicacional y humano de la sexualidad viene siendo como una cosa nueva. Lo reproductivo ya fue. Esa parte muy biológica la tenemos que ir superando. Es mi consigna. Al sexo no hay que temerle, es una construcción, una complejidad. Es quizá la parte más interesante del ser humano. El género es simplemente clasificatorio. Podemos estar o no de acuerdo, decir que no hay géneros y todo es un mar de individuos donde nos vamos como acomodando, pero estamos muy enraizados en la historia natural de la humanidad, que son las relaciones de poder y de las cuales no nos podemos separar. Todavía estamos anclados. Ojalá superemos eso. Es como el cupo femenino en la política, no tendría que tener sentido ni tendría que haber una, diez o quince. Y si vamos a la lógica racional, el 51% de la población son mujeres, por ende tendría que haber esa proporción, pero no se respeta tampoco esa lógica, así que desde ahí es una realidad que está sesgada.
–¿Por qué camino te parece que estas cuestiones se difunden? ¿Dónde se crea conciencia: en la escuela, en la familia, en otros lugares de encuentro popular?
–Es una cuestión cultural. La cultura nos atreviesa, es una palabra no sé si demasiado utilizada y que engloba muchas cosas. Se confunde por ahí folclore con cultura. Yo creo que la cultura es lo que nos determina, el costumbrismo, lo que vamos transmitiendo. Y la cultura se transmite con la palabra y con el silencio, con las imágenes simbólicas y concretas… Y todo lo que hace a la transmisibilidad de la cultura en nuestra sociedad moderna, occidental y cristiana, nos significa mucho espacio: la tele, la radio, la escuela, la familia. Los seres humanos a diferencia de los monos, que son nuestros antecesores cercanos, aprendemos mucho más rápido –a diferencia de ellos, que aprenden como la mayoría por la mimesis, por el ejemplo visual– a través de la palabra. El don de la palabra, que nos ha articulado el cerebro, nos permite evolucionistamente generar un mecanismo por el cual todo lo que podamos decir y todo lo que podamos callar, es una manera de transmitir cultura. ¿Cómo lo hacemos y dónde lo hacemos? En todos los lugares donde se pueda decir algo.
Pastilla del día después, DIU y Oxaprost
–¿Qué es la pastilla del día después?
–La pastilla del día después no es un método anticonceptivo, sino una pastilla para evitar un embarazo después de una situación que puede ser una relación no protegida consentida o no (abuso, violencia); la conciencia de falla de un método (olvidarse de tomar la pastilla, un preservativo roto o la conciencia de que un DIU está fuera de su sitio); entonces en esas circunstancias se puede acudir a esta metodología, que tiene una eficacia del 80 u 85 por ciento, y que tiene que ver con la fisiología. No es abortiva. Evita la posibilidad de un embarazo, no es un anticonceptivo y por lo tanto no es para uso cotidiano. Si la usás muchas veces, más vale tomá la otra que es la correcta.
–¿El DIU es el mejor método anticonceptivo?
–El DIU es un método de muy buena eficacia, excelente. Así como en accidentología el 99% de los accidentes se deben a un error humano, en anticoncepción el problema del método relacionado a la usuaria, como pasa con las pastillas anticonceptivas… El DIU retira la responsabilidad de la usuaria, lo pone en el uso corriente e ideal, con la misma efectividad. La intervención humana puede provocar un error. Se olvidó la pastilla, o la vomitó, o tiene diarrea… el tema del alcohol en las jóvenes, y en todas, puede implicar esto en el manejo de la pastilla. El DIU, en cambio, es un implante y si está bien colocado va a actuar te guste o no. Es la gran ventaja. Tiene como contrapartida –y en esto no se explica siempre– que no es el ciento por ciento eficaz porque la mujer sigue ovulando y es un método de barrera pero no como el preservativo, que es excelente anticonceptivo y el único que evita la transmisión genital de las enfermedades. Pero si el problema es que la usuaria por ejemplo no tiene constancia, o algo así, aguante el DIU.
–¿Cómo se describe o define el coitus interruptus?
–La Organización Mundial de la Salud no lo clasifica. Desde el punto de vista científico… es más bien caserito, como el bidet. Diría un amigo que una vez en una localidad hubo un corte de agua por algunos días y no sabés los embarazos que hubo a los 9 meses… No está como considerado, porque científicamente no reúne los requisitos. Es una situación que puede resultar insatisfactoria para lo que significa el placer y el disfrute y el goce coital –porque se puede disfrutar de muchas otras maneras–… es una cosa que en lo concreto, un símil coitus interruptus sería el preservativo mal utilizado, aquello de “juguemos un ratito” y después “me lo pongo para acabar”, como dicen los chabones… y el punto está en que en ese “juguemos un ratito”, primero que no tenemos siempre el control absoluto de la eyaculación y además hay un par de lágrimas peneales, una secreción que puede contener espermatozoides y basta uno para que haya un embarazo…
–¿Qué es Oxaprost y para qué sirve?
–Es un antiinflamatorio, vendido como tal y sirve para dolores, calambres, torceduras y magulladoras. Pero contiene diclofenac y otra droga que se llama misoprostol, que nuestro propio cuerpo produce pero esta es síntetica. Acompaña al diclofenac porque en el estómago evita la gastritis. Mientras que en útero de la mujer produce contracciones y si ese útero está ocupado con un embarazo, va a provocar una interrupción. De hecho un aborto espontáneo, natural, de una mujer que pierde un embarazo, se mecaniza fisiológicamente a través de contracciones uterinas. Si le damos misoprostol a una mujer embarazada, en dosis adecuadas, va a interrumpir el embarazo. Esto no es “yerba buena”, no es la receta de la abuela, es científicamente comprobado. La Organización Mundial de la Salud, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, la Federación Latinoamericana de Ginecología y Obstetricia, cuando hablan de salud de la mujer, reducción de riesgos y mortalidad materna, refieren que el uso de estos medicamentos reduce la muerte por aborto, que la verdad no debería existir como causa de mortalidad a esta altura del Siglo XXI. Este medicamento es recomendado. Se está rapartiendo un manual inspirado en conocimientos científicos sobre el uso de esta droga, para quien lo pudiera necesitar o le pudiera interesar la información. No es una inducción o sugerencia, sino dar a conocer información.
Apropiarse de los saberes
–A tu criterio, respecto de estas cosas, ¿cuánto está informada la sociedad, o a qué nivel está informada?
–Complicado, la información está, abunda. Es asombroso ver cómo los seres humanos… lo dice una amiga como Ana Montagnini: “a los que estamos hablando todo el día de estos temas, nos parece que todo el mundo piensa y sabe como nosotros…”. Y no es tan así. Se pierde la conciencia, se nubla la razón, no sólo porque cuando uno está en una situación sexual, de intimidad, se borran muchos conocimientos… Eso tiene que ver con esa primitivez que decía, estamos anclados, tenemos una parte biológica muy fuerte. Pero no sólo ahí. Hay una pérdida de conciencia de los conocimientos –lo digo a partir de las experiencias en las consultas, donde se repiten cosas que ya ha dicho y ha dejado escritas–. Cuesta mucho apropiarse de esos saberes.
–Y ocurre además que en estos temas, además de saberes, son hábitos…
–Tal cual. Y volviendo a lo de la cultura, mirando un poco para el Norte y hacia el Este, algunos países más desarrollados, se ve que esta cuestión del aprendizaje, la cultura diferente y los paradigmas distintos son la clave. No es que nosotros seamos lelos o lelas, somo producto de nuestra cultura, de relaciones de poder, donde los saberes se tapan o se ocultan. En el ejercicio de la Medicina hay mucho de esto: nos apropiamos de los saberes y vamos transmitiendo un poco con confusión, algo vidriosamente, para generar una relación de dependencia. Y la gente termina metida en una relación paternalista, o maternalista… El punto está en que somos esta cultura. Si nos trasladamos a otro lugar… nosotros estamos obturados, no es que no seamos lo suficientemente inteligentes para apropiarnos de un saber, sino que estamos obturados por ese saber. Hace 30 años había normas jurídicas de facto que prohibían explícitamente la prescripción de métodos anticonceptivos en los espacios públicos y privados. Hace 30 años, no 2.000 o 3.000 años…
Aborto y atraso
–Hasta el año 2007 en que el gobernador vetó el reglamento del aborto, a nivel de la comunidad –y exceptuando a los sectores que siempre se preocuparon por el tema y para los que la cuestión es una bandera incluso histórica– la problemática no estaba tan instalada como en la actualidad. ¿Cómo ves esa pelea, qué pasos se han dado y hacia dónde va?
–El Primer Foro en Santa Rosa se hizo en el año 2007. En la Nación, se va en un sentido, aunque el proyecto de ley de la Campaña perdió dos veces estado legislativo, vamos por más, o por lo mismo. La despenalización del aborto implicaría homologar el derecho al nivel de los países que tienen el aborto como legal, lo que garantiza hasta las 12 semanas. No se inventa la pólvora, sino que es lo que la humanidad ha hecho legal en otros lugares, se respetan esos acuerdos, esa lógica. Un paso muy importante fue el fallo de la Corte que esclareció las dudas que tenían con el tema de la violación, quedó claro que es en el caso de todas las mujeres violadas, y la condición de “idiota” o “atentado al pudor” es algo simplemente aclaratorio. Y que además, ratifica y reivindica el inciso 1 que es causal de salud, y si bien es una cuestión que podemos discutir, si uno se atiene a que la OMS definió a la salud como un estado sicosocial y en eso se basan todos los principios de leyes y de los estados, partiendo de esa definición. Ahí entramos en ese punto difícil de debatir: los que defendemos la legalización, están las corrientes de la despenalización, de la descriminalización. Pero el tema es crear un derecho puro, porque esto sería lo no punible, seguimos siempre anclados al Código Penal y estamos atados a eso. Hoy las leyes dan un derecho explícito, sin detrimento del derecho penal.
–¿La Pampa en estos temas estás más o menos en promedio como el resto del país, o más atrasada?
–Estamos en un estado complejo. Los derechos sexuales y reproductivos tuvieron un retroceso, es mi lectura. No voy a hablar desde lo estadístico, pero en comparación… La ley del ’91, de Procreación Responsable, durmió el sueño de los justos durante 12 años. Llegó una gestión que la levanta, yo fui partícipe llevando adelante la puesta en agenda de la ley, con apoyo político. Incluso llegamos hasta el aborto, ahí, estuvimos cerca de la “Ley Peppino”. Cambia la gestión. Y con el fallo de la Corte, el protocolo que está vigente hoy en la provincia es un decreto… O sea: decreto, norma jurídica de facto. Se puede modificar con otra firma.
–¿Qué opinión tenés sobre lo que cuesta la aprobación del protocolo en varios lugares del país, y también lo que cuesta que muchos médicos lo apliquen?
–Volvemos a lo cultural. Muchos y muchas necesitan el permiso para obrar. Si está el permiso jurídico y legal, está ese punto. Conozco y sé que es una realidad. Mañana hay ley y se sumaría más gente. En lo nacional, el fallo de la Corte hizo salir de la madriguera a los que se hacían los silenciosos y distraídos. Ahora tienen la obligación de opinar. Esto está genial, ahora está problematizado el tema. Y pasa esto porque somos esta cultura, somos argentinos.
–¿Crees que la ley de despenalización del aborto avanzaría más firmemente si la presidenta con más claridad se pusiera al frente de su respaldo e impulso?
–Es la señal… Hay casi un aborto por cada nacimiento, así que estamos negando el 50 por ciento de la realidad. Y otro problema es que es contingente, ocurre en un momento y no tiene trascendencia, salvo a la que le toca. No puede opinar con sensatez sino aquel que está frente al problema. Todas las demás son opiniones semánticas, bizantinas o como quieras llamarles. La opinión está clara con lo que pasa. ¿Y qué necesitan los políticos? ¿Masa crítica? Estamos negando el 50 por ciento de la realidad. Cuáles eran los poderes de la Ley de Medios, el tema del Código Civil que atraviesa a los ciudadanos… no son cuestiones menores. El aborto no es para una minoría, afecta a las pobres mujeres de la villa. Está oculto el aborto y por ende no da votos… al margen de una posición ética, política o moral que pueda tener la presidenta como fijadora de la agenda política de este país. Pero la masa crítica, la realidad, no la queremos ver. Ese es el punto central.
Persecución
Giayetto trabaja en la Asistencia Pública y tiene como médico su consultorio; “además milito e integro con otras compañeras una comisión que asesora a la coordinadora de la Cátedra Libre de Derecho Sexual y Reproductivos, recientemente inaugurada en Humanas. Habilitamos un consultorio en Bienestar Universitario para tratar estos temas. Está costando, es una construcción, lo vamos armando, hay muchos que se interesan. Al principio hubo un pequeño boom porque salió en los medios y se hizo publicidad. Pero después hubo un receso, pero es un buen espacio”.
–Tu militancia, tu participación política y la defensa de derechos, ¿te costó algún tipo de persecución en algún momento?
–Cuando cambió la gestión en 2007 se produjo un cambio profundo en la política de derechos reproductivos y no reproductivos. Básicamente ese cambio que hice en mi vida fue a partir de 2004. Yo pregunté al grupo de mujeres que había militado por la promulgación de la ley en qué podía ayudar y me dijeron: “Hacé ligaduras”. Ahí se fue dando mi intromisión en esta área de los derechos. Soy de una generación intermedia, no soy de los más grandes que estaban durante la dictadura estudiando y no soy tan joven como para estar en los que la vieron después de Malvinas y demás. El silencio y la no palabra también me atravesó. Es como que a los 40 desperté y empecé a entender que además de mi costado profesional, o mi conocimiento de la ciencia médica, soy un ciudadano político. Me costó. En manos de políticos gobernantes que han sido funcionarios de la dictadura militar… en algún momento construí una frase que creo que me quedaba un poco grande, pero… “si esto hubiera sido el 78 o 79, capaz que hubiera desaparecido”. Suena fuerte, creo que es demasiado frente al respeto que se le tiene que tener a la gente que desapareció.
–¿Por qué crees que pasó eso? ¿La Iglesia mete la cola hasta ese punto, es una cuestión personal?
–Son poderes civiles, el obispo no está en Casa de Gobierno. Que pueda tener un teléfono, no sé… Pero la relación de poder entre la Iglesia y el poder político viene de los romanos para acá, todo es una cuestión que no nos debería sorprender. Hubo una fuerte presión. Lo que hizo la sociedad civil, con declaraciones en contra del traslado del hospital después de 13 años, incluso la Legislatura, sinceramente no lo había escuchado. Había visto cambios políticos, un director que lo corrieron, a alguien que lo bajaron, o esas cosas de la política partidaria. Pero yo no soy militante de política partidaria y sentí apoyo de una sociedad que –en los 4 años de gestión en que desde Salud se dio una oportunidad– se había empoderado de derechos y eso es lo más lamentable que ocurra hoy a 6 años de este momento: que cuando hablamos de que culturalmente se olvida, también se olvida de que tiene derechos y los tiene que reclamar.
–Mencionaste en varias ocasiones las diferencias entre la gestión de Jorge y de Verna. ¿Qué opinás de esas gestiones en términos generales?
–Uno es contador público y el otro es ingeniero, son dos dimensiones de construcción del pensamiento totalmente diferentes. Por más político que uno sea, eso ayuda a construir un ideario; por ejemplo elegir un equipo como el que se eligió para Salud, que más allá de que se pueda debatir sobre muchas decisiones, cosas que se hicieron o que no se hicieron, o se hicieron mal, era gente que tenía un proyecto, equivocado o no, con aciertos o no, pero desde hace 20 años –sacando épocas monásticas como los 12 años de Marín– no había esta cuestión de pensar la Salud como un proyecto. El hecho de cambiar eso, elige a una persona de alguien que nunca trabajó en la Salud Pública, y no es faltar el respeto a la investidura ni a la persona… Fue elegir a alguien para cambiar el tablero de manera radical. Es una cuestión de base, que define. Estamos anclados en ese punto. Es estratégicamente una decisión política. Vuelvo sobre los derechos reproductivos, pero si uno busca ve que en la dictadura prohibían los métodos anticonceptivos y promovían la reproducción. Son políticas. El mensaje a la población que hoy ya no se acuerda que tiene derechos para reclamar es porque nadie se lo ha recordado, y porque seguimos obturando el pensamiento de la gente. Como ciudadano, fuera de mi rol de médico, el espíritu social y cómo se convivía aun respecto de los años previos, fue distendida, la gente con otro espíritu al menos en el área que me tocaba. Desde ese lugar, diría que teníamos total libertad y un apoyo concreto, con recursos y demás. Esa gestión daba dinero a quien lo quisiera administrar, se podía hacer bien o mal; hubo de todo, seguramente. A los que podíamos tener un poquito de poder y administrar, nos fue fantástico. Y a la gente le fue fantástico.
Seguir “sanando”
–¿El Colegio Médico sigue siendo hoy tan retrógrado como en la dictadura?
–Conservador es una buena palabra. Voy a usar una palabra elegante y diplomática, como presidente de la Asociación Pampeana de Ginecología y Obstetricia. Es una cultura hegemónica, básicamente, que protege también algunos intereses. Cuando uno habla de la entidad… no son todos iguales, pero la institución que nos representa y el discurso institucional es conservador.
–El 28 de setiembre se colgó en Casa de Gobierno un banner pidiendo por el aborto legal, seguro y gratuito. Fue rápidamente retirado. ¿Quién lo hizo y por qué?
–No sabemos quién. Lo importante es que estuvo… Yo creo que es como la palabra y el silencio; quien necesita sacar algo, demuestra que no está de acuerdo sino que prohíbe y obtura, tiene que recurrir a eso…
–Volviendo a aquel dicho de tu amiga, respecto de que siempre “estamos sanando”. ¿De qué dirías que está “sanando” Fernando Giayetto? ¿Y piensa en algún momento curarse?
–No, porque sino me voy a creer que ya llegué a la meta. Y no. Uno sigue sanándose. En 2007 hice una muestra de pintura, inspirado en los derechos de las mujeres, arrogándose esa aptitud de intentar ser artista plástico. Fue en la Universidad. Vinieron mis padres y mi hermana mayor a participar y ahí me entero que mi madre se había hecho un aborto antes de que yo naciera. Y ahí entendí esa frase: ese silencio duró durante más de 40 años… Mi mamá falleció y creo que se fue con muchos silencios. Y lo peor del caso, y lo que me hizo ver la realidad, fue que mi madre había sufrido mucho. En algún momento se acercó a la Iglesia, y en una crisis de mucha angustia mi madre llegó a creer que un embarazo que mi hermana perdió producto de la toxoplasmosis era un castigo.
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