lunes, 17 de septiembre de 2012

Equipo de Antropología Forense: ciencia, política y DD. HH.

Desde el año 2004 cambiaron algunas cosas para el Equipo Argentino de Antropología Forense. En ese momento, después de una década de pelearla sin respaldo, apareció de verdad el apoyo del Estado argentino, que se convirtió en parte fundamental de su financiamiento, sumándose a otras 14 fuentes de distintos puntos del mundo.

Luis Fondebrider -que es director del Equipo- reivindicó en "La Kermés" la independencia de esa organización dedicada a la ciencia. Saludó su papel alternativo. Pero no dudó: la ciencia "tiene que ver" con la política, dijo. Los resultados están a la vista: desde entonces se multiplicó la cantidad de cuerpos recuperados e identificados, se aliviaron algunas trabas, se aceleraron las tareas y ese nuevo ritmo se "contagió" a la Justicia.


Fondebrider dice que la  tarea que tienen a cargo es una “responsabilidad enorme” y describe en la entrevista con el programa (sábados de 19 a 22, en el 91.3 Mhz o en www.fmsonar.com.ar) el momento de un resultado: “Obviamente no devolvemos vida, pero lo que hacemos es mitigar un poquitito tantos años de angustia e incertidumbre”.

El Equipo está formado por 60 personas, en 6 oficinas: 3 de ellas en la Argentina y otras 3 en el exterior. “Tenemos una organización formal, que es la que impone la ley. Soy director del equipo, pero tenemos una forma de trabajar que es bastante horizontal. No tenemos una cara visible, a mí me tocó ser el director y lo soy, pero la forma de decidir es horizontal, entre todos”, dice el antropólogo.

Y agrega: “una organización privada que creamos hace 28 años para buscar los cuerpos de las personas desaparecidas durante la dictadura, utilizando diferentes disciplinas científicas del campo forense, entre ellas la antropología forense”.

“Es una ONG, una organización civil de carácter científico, en la que trabajamos como peritos de la Justicia; investigamos cómo desapareció una persona en esos años, en qué circunstancias, para luego tratar de recuperar su cuerpo, que muchas veces está enterrado en cementerios o fuera de ellos, recuperarlo arqueológicamente y estudiarlo para deteminar como murió para dar una respuesta a los miles de familiares de desaparecidos que no saben qué pasó con sus seres queridos, y al mismo tiempo aportar evidencias científicas en los procesos judiciales”.

-¿Cómo surgió la organización, en el año ‘84?
-Surgió cuando retorna la democracia, ante la necesidad de recuperar los cuerpos; había personas que se pensaba que eran desaparecidas en todo el país. Los familiares no confiaban en los especialistas forenses oficiales, que habían sido cómplices de la dictadura por acción o por omisión; o al mismo tiempo no estaban especializados en la exhumación de cuerpos y análisis de restos óseos. Así comenzamos a formarnos, con el aporte de un científico norteamericano, el doctor Clyde Snow, que fue nuestro mentor. Nos convertimos así en una alternativa independiente científica para los familiares y la Justicia.

-Más allá del trabajo de las ciencias como la antropología, la genética o la arqueología, ¿hacen un trabajo de tipo histórico también?
-Sí, en realidad para llegar al momento de la exhumación tenemos que hacer una investigación histórica preliminar, para saber en qué circunstancias desaparece la persona, por qué, qué paso, si fue a un centro clandestino, o si la asesinaron en el momento. Para ello usamos documentos producidos por el Estado en esos años, ya sea administrativos o confidenciales, así como de la gente que tuvo militancia, que está viva, y cuyo testimonio nos permite reconstruir qué paso en una zona determinada, para entender la lógica de la desaparición y hacer un seguimiento de esa persona.

-¿Qué estadísticas manejan referidas a cuerpos recuperados y reconocidos?
-Hemos exhumado unos 1.300 cuerpos, de los cuales 530 ya fueron identificados y otorgados a los familiares. Se relaciona con la campaña llamada Iniciativa Latinoamerciana Para la Identificación de Pesonas, tendiente a recuperar muestras de sangre de familiares de personas desparecidas, con el apoyo del Estado argentino.

-¿Trabajan además en algún otro país?
-Sí. Hemos trabajado en 40 países, de América Latina, de Asia, de África, de Medio Oriente, países que sufren la violencia política, étnica y necesitan investigar el pasado y saber qué pasó con los desaparecidos. Nos llaman para hacer esa tarea, para capacitar y entrenar a otros profesionales. En el año ‘95 y ‘97 trabajamos con profesionales cubanos en la búsqueda de Ernesto Guevara y otros integrantes de su columna, y en Chile formamos una comisión para investigar la causa de muerte de Salvador Allende (el ex presidente). En otros puntos de América Latina también estuvimos buscando gente que no es tan conocida, pero cuyos familiares esperaban por esos restos.

-¿Cómo se financia la ONG?.
-Nos financiamos con 15 fuentes, en su mayoría europeas, y desde el año 2004 es muy importante el Estado argentino; ese aporte continúa, lo que nos permite realizar la tarea. Antes no había tanto apoyo, el trabajo que hicimos hasta ese momento fue casi sin apoyo del Estado argentino y fue casi en su totalidad financiamiento externo.

-¿El equipo siente los vaivenes políticos que han tenido que ver con los delitos de lesa humanidad, con las leyes de impunidad y demás? ¿Cómo lo fueron viviendo, o no tiene nada que ver la ciencia con lo político que ocurre alrededor?
-La ciencia tiene que ver. Lo que pasa es que desde el ‘84, más allá de los gobiernos, nos mantuvimos independientes haciendo el trabajo. Sin dudas cuando en 2004 con el presidente Kirchner toma la política de Derechos Humanos como de Estado, lo cual es una obligación, hubo un apoyo mucho mayor e importante para la tarea, que ha permitido encontrar más cuerpos, reconocer más personas, acelerar las tareas y eliminar trabas. Normalmente estamos en relación con la Justicia y si bien no tuvimos un apoyo importante en otros años jamás dejamos de trabajar. Pero también depende del interés y la buena disposición de la Justicia.

-¿Los familiares participan de las búsquedas, están al tanto de lo que ocurre?
-En el caso del trabajo de búsqueda, los familiares son notificados por el juez y pueden participar. Otras veces no sabemos a quién buscamos, pero hay una política de transparencia y de relación con los familiares y organismos de Derechos Humanos, tratamos de hacer ciencia de manera que no sea como en el ámbito forense habitual, donde se hace un poco a puertas cerradas y no son informados de cómo se trabaja, la metodología o los resultados.

-¿Trabajan en colaboración con el Hospital Durán, con las Abuelas, articulan esfuerzos?
-Hemos confomado un banco de datos genéticos con 9.000 muestras de sangre de familiares de todo el país. Es un banco que busca a las personas desaparecidas. El banco de Abuelas contiene muestras de familiares de la familia que tenía una embarazada, es un poco más pequeño. Tenemos intercambios cuando es necesario comparar información. En muchos casos se trata de mujeres que han dado a luz un bebé apropiado y podemos encontrar ese cuerpo de la madre, que es un elemento más para la investigación. En algunas ocasiones, a partir del séptimo mes de embarazo, pueden quedar marcas en la pelvis, y es un elemento importante en los casos en que la mujer fue secuestrada embarazada y el bebé desapareció.

-¿Qué sienten con el trabajo que hacen y los resultados que consiguen?
-Por un lado, una responsabilidad enorme, porque como bien decís los familiares de personas desaparecidas viven en la terrible angustia de una espera de más de 30 años. Es una responsabilidad enorme, el cuidado al trabajar es extremo, tener información veraz y adecuada. Al mismo tiempo para nosotros, en el momento en que podemos identificar a una persona, es el momento más importante del trabajo. Obviamente no devolvemos vida, lo que hacemos es mitigar un poquitito tantos años de angustia e incertidumbre.

-¿En este momento el trabajo es el mismo que hace unos años, o ha variado de acuerdo a distintas realidades?
-Ha variado en el sentido de que conocemos más cómo funcionó el sistema represivo, tenemos hipótesis más claras, tenemos más desarrollo de la genética forense para identificar personas; estamos trabajando en lugares fuera de los cementerios como en Tucumán, Santa Fe o Buenos Aires; hay mayor predisposición de la Justicia. Ha variado en ese sentido. Los objetivos siguen siendo los mismos que al principio.

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