lunes, 3 de septiembre de 2012

Cuento de las horas felices


Por Pablo Aimar

¿Qué queremos las personas? ¿En busca de qué estamos todo el tiempo?
La respuesta inmediata que aparece a esas preguntas es: la felicidad.

Pero… ¿qué me (nos) hace feliz? ¿Podemos tener lo que nos hace feliz? ¿Alcanza con la plata que tenemos o no nos hace falta la plata? ¿Tengo que casarme con una modelo o vedette, tener 1 o 2 o 3 o 4 o ningún hijo, dedicarme pura y exclusivamente a mi trabajo o,  ya sé, tener un auto 0 kilómetro, o mejor una camioneta, o tal vez no tener nada: ni plata, ni vedette, ni modelo, ni auto y vivir en el monte o en la selva de lo que la naturaleza me dé y simplemente vivir el día a día?

Y después de todo esto se me ocurre que capaz que ya soy feliz y que soy un boludo que anda pensando en encontrar algo que ya tiene y no se da cuenta…

Lo único que me queda claro después de tanto pensamiento de tiempo al pedo –porque esto si estoy en el laburo no lo pienso– es que soy feliz cuando tengo tiempo al pedo y puedo disfrutar de mis hijos; cuando siento que me respetan y me quieren por lo que soy; por saber que voy a dejar un lugar que encontré un poco mejor de lo que estaba.

Hay otra pregunta: ¿y si todo es actitud? Simplemente es ponerle el pecho y las ganas a todo lo que te pase sin pensar que es malo o bueno lo que nos pasa y lo tomamos como desafíos diarios, semanales, o anuales.

Seguramente las respuestas las pueda encontrar en algún momento; y esas mismas respuestas cambian con el tiempo.

Ahora me voy a disponer a hacer lo que me hace feliz. Y… ¿qué me hace feliz? 

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