Por Juan Pablo Gavazza
El crimen de Sofía Viale conmueve y pone en el centro de la escena a los poderes político y Judicial. Quedan al desnudo la desidia y la incompetencia de los funcionarios judiciales y de la Policía al mando del gobierno provincial, que ni siquiera tuvo reflejos para solicitar un paso al costado de los responsables. El ministro "político" y el jefe policial dieron una conferencia en la que mintieron o dejaron en evidencia su desinformación. La indignación y la furia se incrementan a partir del modo en que saltan a la luz la inoperencia y la insensibilidad.
La revelación de los verdaderos antecedentes del principal sospechoso por el asesinato de Sofía Viale, dejan al desnudo la incompetencia o
bien la falsedad en que incurrieron el ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad
César Rodríguez y el jefe de Policía Ricardo Baudaux.
Más allá de las responsabilidades evidentes del Poder
Judicial –que las tiene, de manera mayúscula– el principal funcionario político
de la cartera y el responsable de la Policía dijeron el martes al mediodía que
no habían tenido motivos como para poner a Janssen bajo la lupa.
Más aún: el ministro llegó a afirmar que el único
antecedente que vinculaba a Janssen con delitos contra la integridad sexual era
una condena a un año de prisión por un hecho “menor”, al que describió como un
“manoseo”.
Falso: si bien la Justicia le dio una pena tan escasa que le
permitió recuperar la libertad a los 6 meses, lo condenaron por abuso
sexual agravado por el uso de armas y privación ilegítima de la libertad. Nada
menor.
Pero además hubo una sucesión de hechos por los que Janssen
fue acusado y permaneció detenido (algunos de esos hechos se produjeron incluso
cuando Sofía ya estaba desaparecida, y en la misma vivienda en que luego fue
hallado el cadáver).
Ni el ministro ni el jefe policial los refirieron y entonces
hay dos posibilidades: o mintieron y ocultaron; o estaban desinformados. Como
sea, está demostrada de modo palmario la incompetencia policial y judicial.
No sólo por el hecho de no haber revisado las causas en que
se lo dejó libre tan rápidamente, sino por ni siquiera haber coordinado de modo
conjunto tareas para analizar quiénes podrían estar vinculados a la
desaparición de Sofía.
Es increíble: desde el más elemental sentido común,
cualquier ciudadano hubiera hecho blanco de la investigación a una persona con
semejantes antecedentes, que reside a tan pocos metros de la casa de la
víctima.
Es tan grande la torpeza, tan indiscutible la desidia, la
incompetencia y la insensibilidad, que ni siquiera suena descabellado trazar la
hipótesis de que pudo existir algún tipo de protección.
Aunque ni siquiera hacen falta acomodos o favores para
propiciar esa protección: semejante nivel de ineptitud por parte de la Justicia
y el poder político, es toda una garantía de impunidad.
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