Casi nadie conoce al Raly como Raúl Eduardo Barrionuevo, que
es su nombre. En una entrevista con La Garganta Poderosa, la revista de la
cultura villera, alza la voz para marcarle límites a la destrucción. Bajo la
advertencia de que “ningún pibe nace mutante (por ahora)", entrevistado y
entrevistadores (Juan Montero y Sasha Ríos) trazan un paralelo entre el
crecimiento de los transgénicos y de la clínicas; como de las empresas mineras
y los centros oncológicos.
"No me imagino con una cacerola en la mano; me siento más
cómodo con una guitarra que golpeando una olla. En todo caso, la usaría para
hacerme un guiso. Pero de tomarla para protestar, me veo manifestándome en
contra de la instalación de Monsanto en Argentina. Sin dudas", dice Raly Barrionuevo en parte de la entrevista con La Garganta Poderosa.
Agrega: "El anuncio de la instalación (de Monsanto en Malvinas
Argentinas, Córdoba) fue un golpe muy fuerte, como la Ley Antiterrorista, como
saber que se les estaba haciendo seguimiento de inteligencia a luchadores
populares. Lo que uno está buscando es todo lo contrario, y tiene que ver con
acompañar a la gente que busca una vida más sana. Entonces, esto de la
biotecnología aplicada a la semilla, al igual que los agrotóxicos, evidencian
para dónde apunta este sistema, y que no tenemos lamentablemente gobernantes
para hacerle frente a eso. Al contrario: plantan sin ningún tipo de
remordimiento el símbolo de la destrucción del mundo, que es justamente
Monsanto".
Después, avisa: "La guerra de los medios es una cosa que me tiene muy
podrido, y ya me aburre. Porque en el medio quedamos muchos sin ser escuchados.
La marcha contra Monsanto, por ejemplo, no le interesa ni a un lado ni al otro,
y entonces no existe… Del mismo modo, la minería a cielo abierto y las
asambleas populares ambientalistas están relativizadas por el gobierno
nacional. Y sus enemigos, que en algún punto parecen sus amigos, muestran todo
en ese sentido, pero no porque intentan salvaguardar al pueblo, sino porque no
participan en el negocio. Por eso, lo único que nos queda es seguir
moviéndonos, o cantando, ir para adelante y dejar de perder aceite en los
gobiernos. Yo soy bastante descreído, de hecho. Pero pensemos lo que está
pasando: cuantos más transgénicos haya, más clínicas habrá, y seguirá creciendo
el negocio de la fertilización artificial, así como en Catamarca crecen las
empresas mineras, a la par de los centros oncológicos".
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