lunes, 31 de diciembre de 2012

"¡Tengo unas ganas de dejarme la barba!"

Fabio Girabel es un bicho raro. Hace 25 años que es policía y está a cargo de la alcaidía de la Unidad Reginal I. Pero en el discurso y en la acción, su presencia aparece en otros ámbitos: apuesta a "lo social" para combatir la inseguridad y es integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Desde ese lugar, y lamentando la existencia de una norma jurídica de facto que obliga a los efectivos policiales a ser imberbes, "Toti" Girabel bromea -o no tanto-: "¡Tengo unas ganas de dejarme la barba!".
En una entrevista con el programa radial Salieris, Girabel habló de todo un poco: Tierno, la actualidad, la posibilidad de un jefe civil. Y no tuvo dudas en afirmar algo que parece extraño en boca de un policía: "la seguridad no es tener más policías y más patrulleros, la seguridad empieza desde lo social".
Girabel también integra la Casa Juana Azurduy. Nació en Chivilcoy, se crió en General Pico, pero como policía su destino fue casi siempre Santa Rosa. Vive en el Barrio Plan 5.000 hace 16 años.

Hizo la secundaria en el Instituto Lubetkin, nocturno (entonces trabajaba en una vidriería, luego en un estudio contable) y ya ahí le picó un bichito: "Siempre estuve comprometido con el tema social, desde el secundario, cuando estudiaba con gente mucho más grande que yo".

¿Por qué se hizo policía? Trata de explicarlo: "Uno tiene un poco de vocación de servicio y lo veo porque me encanta la parte social, y en serio. En ese momento me tocaba el servicio militar, mi viejo docente me dice que había una manera de zafar que era hacer los dos años de Escuela de Policía. Era en el 88. Me convenció, la verdad. Y hasta te pagaban a fin de mes. Fue una de las razones por las que ingresé y me gustó. El trabajo policial es interesante, abarcándolo en todos los aspectos, me interesó mucho el tema de Género al que hoy se está apostando fuerte y que en los ‘90 eran nada más exposiciones, con suerte. Me interesó mucho el tema. Hay una vocación de servicio interesante, la fui piloteando hasta ahora en que trabajo en un montón de lugarcitos. La verdad es que me las rebusco".

-¿Cómo es el tema de la vocación y el policía: es tan así y son casos aislados y es más un oficio y un laburo para tener un ingreso?
-Uno se da cuenta que tiene esa vocación, hay cosas que salen naturalmente. Hoy creo que la realidad no es tanto por vocación de servicio, es un tema de empleo, una salida laboral. Una cosa no quita la otra.

-¿Tiene que ver con la formación o estamos entregados al pensamiento y la conducta individual de cada uno?
-Yo creo que tiene que ver mucho con la formación. Desde que se ingresa, el curso previo, hay una charla orientativa y ya ahí se nota, algunos no pasan esa charla porque no da el perfil. Bastantes quedan en el camino, es una entrevista complicada. Y de a poquito te vas haciendo.

-Uno tiene la sensación de que hay muchos policías que de vocación tienen poco, ¿es así?
-Es real, también. Muchos policías que han ingresado y a los que no les ves nada más allá de cursos y capacitaciones. Pero esa gente no llega con el transcurso de los años. Va quedando en el camino. Se mandan una cagada, sumario y se fueron. Es la historia real de los que vienen a los tumbos y sin esa vocación. Ojalá no pasara que se afecte a un tercero.

Un poco de docencia

Girabel dice que su vínculo con "la docencia" lo tiene, en todo caso "desde lo que hago en el trabajo cotidiano, sobre todo en la alcaidía. Uno les va dando algunas clases de trato con los detenidos, que es el corazón de un sitio de encierro como es la alcaidía. Si no se dan los instructivos mínimos, que pasan por tratar bien a las personas, no hace falta una ley de 150 artículos. Algunos detenidos han cometido hechos aberrantes y cuesta dirigirse a ellos, pero de eso se trata para mantener un lugar tranquilo".

-¿De qué sirve, y en todo caso a quién, que una persona esté encerrada?
-La sociedad ubica estos lugares como el sitio de alejamiento para los que no están preparados para vivir en sociedad. Aquellos que lamentablemente cometen delitos, y se los reprime por esta cuestión, tienen ese destino. Estando tantos años ahí puedo decir que hay mucha gente detenida que es altamente capacitada para regenerarse en el sentido en que la sociedad lo estigmatiza. Otros lamentablemente lo tienen más complicado, por sus años y demás. Pero hay un alto grado de recuperación.

-¿Crees en la resocialización, entonces?
-Creo. Lamentablemente hay tantos chicos tan castigados desde chicos... la verdadera situación es una vida complicadísima, a veces no les queda otra que delinquir. Hay un margen de 18 a 27 años, por ejemplo, en que sufren necesidades. También hay personas que delinquen sin necesidades y delitos de guante blanco difíciles de imputar. Después de esa edad, es como que el preso se acobarda: “me cansó la reja”... aparecen responsabilidades, hijos, la posibilidad de un trabajo... después de esa edad se da que no quieren volver, lo piensan mucho más.

-¿Entonces crees que el encierro le sirve, en principio, al propio encerrado?
-No sé si la manera en como está la alcaidía, donde no tenemos algunas cuestiones que prevé la ley respecto del sistema de atención, donde hay que darles laburo, o espacio... Pero por ejemplo la 4 está pintando de esa manera. Es un camino con trabajo, un sueldo interesante de acuerdo a las horas y al trabajo, hay una intención de resocializar.

-Esto despierta la famosa reacción de un sector de la comunidad, que se queja de que “encima les pagan”... ¿vos lo ves positivo?
-Yo lo veo positivo, desde ya, es una manera de resocializar y generar conciencia sobre trabajos y oficios. Desde la Asamblea hicimos un trabajo, pusimos 23 chicos a trabajar en el barrio San Cayetano, habían salido de la alcaidía y otras detenciones; trabajaron con la comisión, pintaron, arreglaron paredes... Y pensaba que otra gente nos iba a reprochar que les pagáramos una luca. Pero no tuvimos una queja. Para nada. Yo lo pensé y creía que nos iban a pegar con el tema, pero al contrario, en el segundo o tercer mes los vecinos les daban trabajos, de poda, en una panadería, y así... Fue genial. Después esta beca finalizó, pero fue una muy buena experiencia.

-También hay una visión de la cárcel como castigo y no para resocializar, a lo que se suma un pedido de más penas...
-Tal cual. No se dimensiona lo que es estar preso, realmente. A veces han surgido delitos complicados y aberrantes y la gente opina desde esa perspectiva. Hay condenas de hasta 40 años, como el caso de Cazenave en Pico. Y ha habido otros hechos recientes en que habrá penas iguales o más duras. Pero por delitos que no son tan graves, es otra cosa. La Justicia trabaja mucho con los juicios abreviados para hurtos o robos. Hubo un tiempo en que se quejaban por las muy pocas condenas. Ahora hay mucha cantidad de condenados, se llenan la alcaidía, las unidades penitenciarias.

"Se estigmatiza y se condena"

Girabel insiste: "Cuando se piden penas y demás, se estigmatiza, se condena socialmente, no pueden tener un certificado de antcedentes. Pide trabajo de albañil y ya no entra a trabajar. Ese tipo, con ganas de laburar, que a lo mejor ni terminó la primaria, no lo puede hacer. La mayoría de los presos son totalmente pobres. A veces los empujamos nosotros, la misma sociedad, a que delinca. De alguna manera es así, y encima no sabemos quién va a ser su víctima, que puede ser cualquiera. Lo llevamos a delinquir y somos tan incapaces de darnos cuenta de que la víctima somos nosotros".

Sobre los responsables de delitos sexuales, tiene una mirada: "De acuerdo a lo que tengo con referencia científica, hay una cierta patología que lleva a reincidir. Hay mucha cantidad que reinciden, un 70 por ciento, en menor o en mayor escala de agresividad. Está de alguna manera comprobado. Y suele ser gente no muy pobre, casi que del medio para arriba. Hay que ampliar el trabajo profesional, en las libertades asistidas por ejemplo".

-¿Hay profesionales suficientes para eso o hay escasez de recursos?
-Está complicado porque lamentablemente hubo delitos que no hubieran pasado si el cuerpo profesional hubiera intervenido.

-¿Y cuán profesionalizada está la Policía?
-Hay capacitaciones específicas de algunas áreas. La Policía está dividida en quienes están en la calle, las comisarías y organismos especiales. La tarea de educación es por separado y no hay algo que nuclee. Hay sectores que tienen capacitaciones más periódicas, pero no tanto en las comisarías, por ejemplo.

-¿Preferís el barrio, el escritorio o la academia?
He trabajado tanto en los barrios, y vivo en el barrio... también es una academia, tiene tantas cosas lindas; es interesante andar por ahí, tengo conocidos en todos lados. Es buena la esencia de cada barrio, la gente, el trabajo. En cada barrio hay actividades que se desconocen, gente que trabaja para los vecinos que no aparecen tanto.

-¿Y qué te llevó a estudiar abogacía?
-En el 2000 me agarró un ataque de estudiar algo. Ingeniero no iba a estudiar, contador tampoco, me metí en Abogacía. En esos años hubo como una corriente de la parte jurídica. Estudié, aprobé algunas materias y ahí ando. Pero últimamente he estado dedicado a muchos otros temas. Siempre tengo para justificar que no quiero estudiar... El estudio de algunas materias me aportó, como Romano, Civil, Introducción al Derecho, es interesante, son cosas que tienen que ver con el trabajo. Y uno mira y dice: “hace 2000 años atrás era lo mismo”. Sigue siendo así. Algunos artículos se han modificado a partir de demandas populares, pero no mucho.

-¿Tenés una mirada sobre la tarea de los medios, la reproducción de la violencia, alguna estigmatización?
-Hay cosas que pasan que a veces te dan miedo. A mí me da miedo, y menos mal que conozco lo que pasa... Si alguien ve esos programas que pasan las trompadas a la salida de un boliche del conurbano se cree que puede ocurrir acá. Realmente condiciona. Lo hacés tuyo. Y acá en Santa Rosa no quiere decir que no haya alguna pelea, pero no en ese grado; existen robos de un celular o alguna pelea, pero no semejante agresividad.

Un poco de política

-¿A quién preferís: Néstor Alcala, Francisco Torroba o Juan Carlos Tierno?
-Está complicado... Cada uno tiene sus cuestiones y personalidad, son diferentes. Yo tuve ¿la suerte? de conocerlos... Desde la perspectiva policial, son distintos. Tierno fue ministro nuestro, con Torroba trabajamos un poco en lo social mientras fue intendente y a Alcala no lo alcancé a conocer mucho.

-Pensamos que al primero que ibas a descartar era a Tierno, con una visión política represiva y de estigmatización...
-De alguna manera, no hemos tenido mucho contacto, obviamente por mi militancia en los Derechos Humanos; él está en contra totalmente de esa situación. La defensa de algunas cuestiones que tienen que ver con personas que denuncian cuestiones policiales, a él mediáticamente o desde otro lugar no le caía bien, había enfrentamientos... No le agrada mucho la intervención de los Derechos Humanos en la parte social de Santa Rosa.

-De todos modos tuviste un acercamiento, o simpatía política con Tierno en algún momento... ¿o no?
-No. Estuvimos como policías en la Municipalidad, cuando se fue. Después, no fue una simpatía política sino una coincidencia de lugares. Yo estaba a cargo del barrio Río Atuel, donde él se acercaba mucho, se trabajaba con el consorcio. Tenía contacto en el sentido de cuestiones de seguridad, opiniones. Con lo que puedo decir que estoy de acuerdo con Sandra Fonseca es con lo que estuvo trabajando en la Ley de Niños y Adolescentes, lo vemos positivo. En ese trabajo estamos de acuerdo. En el resto, no. Si hacés una encuesta, en Santa Rosa, en cualquier lugar te dicen seguridad. La referencia de él fue una cuestión de seguridad. Hay muchos lugares, ONG, personas que trabajan en modificar esta cuestión; los medios eventualmente bombardean, es complicado. Pero no es la forma, no tiene ni sentido invocarlo como representante de la seguridad; la seguridad no es tener más policías y más patrulleros, la seguridad empieza desde lo social, más laburo, chicos que no estén en un basurero buscando cosas. La seguridad es algo general.

-¿Te sentís un poco raro con esto de ser un policía que a la vez milita en lo social en Derechos Humanos?
-¡¿Sabés cuántos me lo han dicho?! La mayoría me ha preguntado cómo se hace. Me han tocado situaciones de denuncias a policías y he intervenido en representación de Derechos Humanos. Hago lo que tengo que hacer y de acuerdo a la representación que llevo: si veo que hay policías que se excedieron en su proceder voy a actuar no sólo como jefe, sino bajo la mirada de Derechos Humanos. Estos últimos años se ha trabajado mucho, y que no suene como frase hecha. Ya cuando se la mandó, se la mandó mal y los otros lo reconocen. Jefatura al tener conocimiento de un hecho interviene, lo separa de las funciones, y hay muchos casos...

-Si hay muchos casos quiere decir que no se trata de algunos loquitos violentos, sino más bien de un sistema dentro de la Policía, ¿o no?
-El apremio ilegal antes era algo medio como común; hay condenados, expulsados de la Policía y hasta detenidos. Pero en este último tiempo es más esporádico escuchar una denuncia. Más allá de que hay a veces denuncias en fiscalías y no te enterás, o no podés llegar a la víctima. No lo digo por defender a nadie, porque no lo voy a hacer, pero veo menos denuncias.

-¿Dónde miran más raro: en la Policía porque estás en Derechos Humanos o en el movimiento de Derechos Humanos porque sos policía?
-Mis compañeros de la asamblea me lo propusieron ellos, quería acompañar desde mi trabajo, pero sin participar directamente justamente por estas cuestiones: a ver si lo toman a mal de un lado o del otro. La propuesta se hizo general y me pareció una falta de respeto no aceptarlo. Hablando con gente de la Secretaría, o del Movimiento, me he llevado bien, tenemos muy buena relación. Me veo bien entre ellos. Y más: cuando me retire me voy a dejar un poco de barba. ¡Tengo unas ganas de dejarme la barba!

-¿No podés tener barba, un policía no puede tener barba?
-Vos sabés que no... hay una norma jurídica de facto que habla de biogtes, bien recortaditos y hasta ahí nomás... Habla de precisiones, de que no puede superar la parte superior del labio, y así... Por eso digo: tengo unas ganas de dejarme la barba, que estará canosa, voy a parecer Papá Noel...

-¿Por qué existen semejantes problemas internos entre la Policía y los funcionarios judiciales, sobre todo en General Pico?
-Pareciera que Pico fuera un poquito especial. Lo veo como otra zona, será otra idiosincracia. Acá no tenemos esos problemas. Tenemos permanente comunicación con fiscales, jueces, defensores. No he sentido una problemática así. Quizá una rispidez empieza en las comisarías, que trabajan con las detenciones, hay tires y aflojes por detener o no... Se ha armonizado, se han puesto de acuerdo. Ni en Pico: hay sobradas noticias, quejas de un lado y del otro, es muy complicado. Porque el trabajo de policía y fiscal es permanente, debe haber una convivencia total. Yo creo que el caso de Sofía fue un quiebre, se cargaron culpas y ahora van a tratar de armonizarlo.

-¿Hay diálogo con el ministro, tienen reuniones donde se bajen políticas de seguridad, políticas criminales, o en realidad los melones se acomodan solos?
-Creo que hay un cajón de melones y se van acomodando de a poquito... hay bajada de políticas de seguridad. Siempre que surge alguna cuestión, un desfasaje, y desde cualquier barrio de una ciudad, hay una bajada de línea. Hay previas y posteriores. Estadísticamente, mirás los delitos y se van viendo hasta los horarios en que delinquen en los diferentes barrios. Se puede establecer una política en distintos sectores.

-¿Estarías de acuerdo con que el jefe de Policía sea un civil?
-Mmmmm... a ver... es para pensarlo, realmente... civil puede ser, sí, pero con cierto conocimiento de seguridad.

(Foto: El Diario)

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