Llegué a China a fines de agosto de este año, de modo que llevo tres meses y medio viviendo acá. El gobierno chino me becó un año para estudiar idioma en la Universidad Donghua, en la ciudad de Shanghái. Me despidió en Argentina un invierno fuerte, me recibió de este lado del mapa un verano igual.
China es impresionante, es poderosamente
inabordable, es una enredadera que nunca sabré por dónde empezar a cortar. Todo
huele intenso y la realidad parece esos juegos de las diferencias donde hay que
encontrar los objetos fuera de contexto.
Paisajes, culturas, religiones, hábitos,
comidas, varían muchísimo porque China es diversa y enorme. Sin saberlo cierto,
me animaría a decir que es posible encontrar aquí todas las versiones del país
que nos imaginamos… Incluso escenarios de película (aunque hasta ahora sólo vi
chinos con pelo, je).
Hasta ahora estuve en cinco ciudades: Shanghái,
Beijing, Hangzhou, Suzhou y Sanya. En el tiempo que me quede, intentaré ir a
muchas más.
Beijing 北京es la fonética del nombre chino de la ciudad capital, nosotros la
conocemos mejor como Pekín, que no es más que la fonética occidental; y
significa ¨Capital del Norte¨. Norte se dice Bei 北 (la B en chino suena como nuestra P), Sur
se dice Nan 南, Este Dong 东, y Oeste Xi 西.
Así, por ejemplo, la famosa ciudad llamada
Nanjing 南京 significa
capital del sur.
El idioma resiste absolutamente todos los
chistes que hacemos al respecto, porque es súper difícil, je. No tienen alfabeto,
cada dibujo (ideograma) representa una sílaba o una palabra. Los caracteres se
escriben mayormente de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. En cuanto a
lo fonético, tienen 5 tonalidades.
Esto es muy importante porque la misma
palabra pronunciada con distinto tono puede significar algo diferente. La
cantidad de tonos o acentos, creo yo, lo convierte en un idioma de carácter que
nos hace creer que siempre están puteando, je. Con paciencia y mucha práctica
se puede aprender, la gramática es en general bastante simple. En casi todos
los idiomas lo que se busca nombrar es más o menos lo mismo; hay bromas,
refranes, trabalenguas, juegos de palabras, insultos y se dice ¨buenos días,
cómo estás¨.
Se podría decir que al igual que nosotros, los
chinos tienen una forma imprenta y una cursiva. La equivalente a la cursiva es
la que solemos ver en pinturas, poemas, narraciones. Es posible cruzar personas
mayores practicando caligrafía en espacios públicos, lo curioso es que escriben
largos versos con agua sobre el suelo.
Para hacerlo usan un tarrito de lata y
un palo de escoba con una esponja con forma de gran pincel en la punta. La
personalidad de las plazas los fines de semana y la obsesiva forma en que están
dispuestas las flores, me resultaron muy atractivas.
Haber estado en Pekín fue esencial, fui
desde Shanghái en un tren bala que iba a 300 km por hora. Cada tanto recuerdo
la imagen del veloz acercamiento de pueblitos disímiles. Creo que viajar a
China y no conocerla es desatinado, aunque me gusta mucho más para vivir la
ciudad donde estoy. Allí visité el Templo del Cielo, es el más grande de China
y fue construido en 1.400; la Ciudad Prohibida, que es el Palacio Imperial donde
vivían los emperadores; el Palacio de Verano, un precioso parque de casi 300
hectáreas construido en 1750, y la Muralla, un antiquísimo y continuado muro de
piedra que serpentea el paisaje y tiene casi 9.000 kilómetros. Todos fueron
declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y son de una belleza y
dimensión por demás imponente.
El camino a la muralla me produjo una
sensación extraña, preferimos ir a una parte no muy llena de gente, y eso nos
tomó una hora y pico en bus. La acuarela de las zonas rurales y parajes que
aparecía detrás del vidrio, me recordó a la ruta que va de Buenos Aires a La
Pampa. Tachos de lata humeantes, choclos, carretillas y paisanos andando en
motitos peladas sobre la banquina… Señoras de edad arreglando las flores de sus
jardines, gomerías y talleres de paredes escritas con letras chuecas y pintura
lavada, desvencijados puestitos vendiendo embutidos o frutas de estación.
Aparentemente, la muralla nunca cumplió su
fin, porque a medida que se iban construyendo las fronteras con los enemigos,
cambiaban. Siempre quedó lejos y en el medio de las líneas de guerra y sirvió
solo como lugar de vigilancia. Se dice también que es uno de los cementerios
más grandes, porque enterraban a los muertos debajo.
La urbanización de Pekín me pareció
rarísima, hay grandes avenidas formando cuadrados, y en las manzanas se abren
como grietas (pasillos angostos parecidos a los de las villas) que te
introducen a barrios (hutong) muy temperamentales. Por todos lados hay chinos
en bicicleta, motos, bicimotos, carritos. Las calles están vivas: venden
frutas, juegan ajedrez chino, cartas, comen, escuchan música.
Shanghai
上海es conocida
como la capital comercial o centro financiero de China, el nombre significa
¨sobre el mar¨, y supo ser un pueblito de pescadores. En ella desemboca el río Yangtzé,
que es el más largo de Asia. La ciudad está llena de shoppings y tiendas
internacionales como Apple, Audi, Zara, Mc Donalds, Starbucks, Pizza Hut,
Sonny, Samsung, etc. El centro de la ciudad está a los lados de un pintoresco
malecón conocido como ¨El Bund¨, adornado por torres altísimas y edificios de
arquitectura europea. Es un lugar muy turístico, siempre hay muchos
extranjeros y a pocas cuadras hay una calle peatonal muy concurrida. La ciudad es enorme, tiene más
de 20 millones de habitantes (la mitad que Argentina). Recorriéndola se pueden
encontrar calles chinas antiguas, jardines imperiales, puentecitos, casas de
té, pagodas, templos.
La
comida china es rica, completamente diferente a la nuestra, pero rica. Casi
todo es frito, salteado al wok, hervido, o en sopa; y sabe dulce y salado a la
vez. En general comen muy picante y
especiado; muchas verduras, arroz, hongos, cerdo y productos derivados de la
soja. Por supuesto que hay tantas combinaciones como lugares, gusté mucho de la
agridulce comida de Sichuan y celebro (aunque la inmigración masiva siempre es
un síntoma) la injerencia en los sabores de la migración de familias de Asia
central.
En
las ciudades grandes hay restaurantes internacionales, es posible venir aquí y
saltearse la comida, aunque no lo recomiendo. Supongo que a causa de la
escandalosa cantidad de población, comen todo. Es decir, todo el cerdo, todo el
pez, todo el vegetal, nada se desperdicia… Aún en Shanghái, que es la ciudad
más cara del país, un plato de arroz no vale más de dos pesos. El cambio es
similar al nuestro con mayor poder adquisitivo, la moneda se llama Ren Min Bi 人民币, significa ¨la moneda del pueblo¨, y a los pesos se les dice yuanes o
kuáis. En todos los billetes (1, 5, 10, 20, 50, 100) está Mao Tse Tung. El
Partido Comunista gobierna todas las regiones con un sistema jerárquico
prolijamente enraizado en cada barrio, hay provincias con autonomías relativas
en lo concerniente a lo comercial, la propiedad dura lo que dura la vida, la
tasa de analfabetismo es muy baja, hay una polarización fuerte entre ciudad y
campo, el sistema ferroviario es inmenso, producen grandes cantidades de
petróleo, usan energía hidroeléctrica y solar… Y mil cosas más que si gustan
pueden preguntarme, googlear o investigar.
Lucía
Fernández
luguionbajof@hotmail.com
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