martes, 13 de noviembre de 2012

Y alguna vez, ¿será Justicia?


Por Cintia Alcaraz

El lamentable desenlace en la búsqueda de Sofía Viale expuso las deficiencias de la Justicia como Institución y de las personas que como tal la conforman. En tanto Operadora de Justicia, conocedora por lo mismo de muchas de las deficiencias del funcionamiento del sistema, me solidarizo con el dolor de la familia de Sofía. Y como ciudadana, exijo a las autoridades que se tomen las medidas necesarias para esclarecer las responsabilidades de todos los funcionarios y funcionarias públicos que intervinieron en la investigación, a fin de que cada uno reciba la sanción que corresponda. 

Entiendo que es imperiosa una autocrítica de los Funcionarios Judiciales, quienes demostraron, cuanto menos, falta de idoneidad a la hora de desempeñar sus cargos.

Los hechos comprueban que los actores -en este caso víctima y victimario- son sólo una circunstancia. La ineptitud es la constante y si no se actúa de inmediato, casos como éste seguirán teniendo el mismo fin a perpetuidad.

La terrible y negligente ignorancia convierte a la Justicia en una idiota útil al servicio de un esquema de poder que perjudica a los más débiles.

Es común escuchar que estas tragedias se deben al funcionamiento del sistema, pero, en rigor, el sistema no es una entelequia. Falla a raíz de la inoperancia de sus miembros; léase: el sistema son personas que ocupan puestos de responsabilidad sobre la vida de los ciudadanos y que, hasta tanto no asuman como un deber su formación para un adecuado desempeño laboral y que el ingreso al Poder Judicial no puede tener como fin último la estabilidad de un altísimo sueldo vitalicio, el costo seguirán siendo vidas pampeanas.

 Así lo expresa el reconocido jurista Roberto Gargarella: "Si la Judicatura quisiera dejar de ser parte del bloque social dominante, y se transformara en el campo de contención, promoción y articulación de los intereses y derechos que esos grupos ajenos al sistema principal de dominación trata de representar, entonces, sin perder su carácter estatal, obtendría una substancia autónoma y se erigiría como un contrapoder respetado…" (en La Justicia frente al gobierno. Sobre el carácter contramayoritario del poder judicial, Ed. Ariel, 1996).

La Justicia de La Pampa debe dejar el estado de somnolencia al que está acostumbrada: tiene que asumir que sus operadores y funcionarios deben formarse, ocupar los lugares para los que son aptos y eficaces y ofrecer a las partes todas las condiciones que garanticen una respuesta seria y oportuna a sus reclamos. 

Andrea, Carla, Sofía y tantas mujeres, en su mayoría pobres, que han requerido del accionar judicial, no obtuvieron respuesta. O sí. Por ineficacia, indolencia, incapacidad o, simplemente, porque todo funciona a media máquina y sin apuro, el Poder Judicial demostró que no hay código de procedimiento, por más vanguardista que sea, que invisibilice las carencias humanas y la falta de compromiso. Aclaro: considero al nuevo código superador del anterior, pero es letra muerta si los operadores no están a la altura de las exigencias de la sociedad.

Por otro lado, entiendo que quienes formamos parte de este poder debemos comprometernos a denunciar las falencias del sistema y exigir su reparación, a fin de devolver a la ciudadanía la "confianza" depositada en cada uno de nosotros. 

La justicia no se administra; la justicia se reproduce en el desempeño eficaz, ético y humano de los hombres y mujeres que la conforman.


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