lunes, 8 de octubre de 2012

Venezuela y Argentina, la fiesta de los pueblos


Por Leonel Curutchague y Raúl Schnabel (*)

“Es imposible avanzar sin las tensiones creativas del proceso revolucionario”. Álvaro García Linera.

Confesamos que los que venimos desde lejos bregando y jugando la vida por justicia social para nuestros pueblos, ayer aflojamos alguna lágrima ante un sueño real: el pueblo venezolano volcado a las calles vivió una fiesta desde antes de los comicios, alcanzó niveles de presentismo electoral que no hemos escuchado jamás en ningún país del mundo y dio un ejemplo de lo que debemos entender realmente por DEMOCRACIA.
Siendo un vocablo polisémico, más vale atenernos a su significado originario, "gobierno del pueblo" (y por ende para el pueblo) parece más auténtico que las formas vacías del sistema engañoso que nos dieron como la única versión de la "democracia", rutina electoral que establece administraciones del privilegio, eligiendo entre candidatos parecidos, pero jamás votando por el régimen de propiedad de la tierra, de los bancos o el modo de imponer impuestos.

Así el poder y el sentido común dominantes con su "normal" guarismo de la exclusión social no estaban en discusión. Así nos viene dada la "democracia" desde el fondo de nuestros tiempos, adoctrinándonos que Yrigoyen y Perón encabezaron tiranías antidemocráticas porque la democracia liberal no le da voz a los pueblos, paradójicamente. Esa es la "democracia" por la que EEUU y sus aliados invaden y masacran pueblos acusados de estar gobernados por regímenes "autoritarios".

Por añadidura, el ex presidente norteamericano Jimmy Carter calificó al sistema electoral venezolano como el mejor del mundo y al de su país como uno de los peores. Y sí, las elecciones norteamericanas se hacen en días laborables, vota alrededor del 20% del electorado y no existen transportes gratuitos, porque a nadie le interesa que los pobres vayan a votar.

Las patrañas de la derecha calificando de "dictadura" el gobierno de Chávez, la "censura de prensa" en el país donde la mayoría de los medios están en manos de la oposición y agravian a la figura presidencial como en ninguna otra parte, salvo en Argentina, son mentiras que ayer salieron a la luz, una vez más para los miles de observadores y periodistas que acompañaron la fiesta democrática de la admirable Venezuela. Ello puede ser la grieta por donde las zonceras desesperadas empiezan a filtrarse, no obstante el esfuerzo conque los grupos del poder concentrados de las corporaciones y el neoliberalismo disperso quieren asustar a los sectores populares y medios mediante un "revival" de "maccartismo", tan precario como inocultable.

Se habla de la "nueva derecha" como el intento presente más alto de la reacción política de coagular su proyecto restaurador y regresivo en un solo candidato con apariencia "democrática" comparando por ejemplo el caso chileno entre Piñera y Levin. No obstante, debemos cuidarnos: las derechas siempre son criminales, en latencia o cometiendo delitos que van del fraude y la prebenda hasta el genocidio, porque lo único que no les interesa es achicar la brecha entre pobres y ricos, alcanzar mayor inclusión social o progresar en el acceso y sostenimiento de los derechos humanos, reponer derechos despojados y mejorar en general las condiciones materiales, culturales y políticas de la vida de los amplios sectores populares, de los pobres de la ciudad y del campo. Esa derecha, sea la "civilizada" o la bestial, sólo aspira a comprar mentes y corazones para legitimar la reproducción ampliada del capital por el trabajo social de quienes sólo disponen de su fuerza de trabajo.

En nuestro país, el influjo de confianza regional por el ejemplo venezolano que desvela a la derecha vernácula, oxigena tiempos de aire viciado. El estado presente que interviene en el conflicto social disminuyendo la brecha de la desigualdad social necesita recursos ("caja" despectivamente para la "oposición") y su despojamiento afecta seriamente la realización de sus fines. Un impuesto como las retenciones a la exportación de la soja y demás oleaginosas ha sido una bandera convocante para quienes están animados de un lucro desmedido y, a la vez, intenta achicar la recaudación fiscal con la que se ejecutan las partidas presupuestaria de lo social. Lo mismo pasa cuando se logran por vía judicial fraudulentos aumentos al personal de gendarmería o prefectura, injustos y ajenos a la política salarial que las circunstancias aconsejan. Por añadidura ello amenaza con malestar en todos los trabajadores del sector público que, por supuesto, serán fogoneados por gremios enfrentados al Proyecto Nacional, ya sea que el diseño de su disidencia se diga por derecha o por izquierda: en estos tiempos son bienvenidas las disidencias que construyen y ayudan a avanzar, pero las que sólo apuntan a lo destituyente son siempre de derecha.

Cuando los propósitos coinciden, para los enemigos del pueblo es sumamente práctico avanzar con esa línea de acción: desestabilizar, provocar el mal humor social, restar recursos al Estado y concitar la intervención de diversos sectores de la derecha que procura avanzar en la contraofensiva, limar el poder democrático y popular y preservar sus privilegios. Con una coordinada ola de robos o crímenes de toda laya se refuerza la necesidad de "ley y orden" que sólo las derechas pueden proponer, aunque cada vez que ocupan el gobierno no bajan los índices de delitos.

En Argentina esta derecha  aún no alcanzó la "unidad política" como la chilena, colombiana o venezolana con un candidato presentable, aunque Piñera también haya jugado en el cuadro de los pinochetistas y Capriles haya acompañado a la embajada yanki en el golpe del 2002 a Hugo Chávez.

Acá aún ni han comprado el maquillaje ni el atuendo de oveja para vestir al lobo: por sus mezquindades todo intento de unidad de acción se limita a las cacerolas o a motines de fuerzas de seguridad. Para esta derecha pura no destilada, LA POLÍTICA CONSISTE EN CONSPIRAR PARA OBTENER PODER Y DESPOJAR DE PODER AL ENEMIGO POPULAR ya que por obra del demonio no está a mano el Partido militar que tan fielmente cuidaba esos excesos de "libertinaje" democrático desde 1930.

Entonces, no podemos descartar la violencia de estos grupos que van desde Pando a Rico, de De la Sota a Aguad y de Macri a Scioli, hasta desclasados de capas medias o niños "bien" que dispondrán de menos dólares baratos para gastar en la fiesta de Punta del Este en el verano, un verdadero remedo de la gusanera de Miami.

Nos debemos, pues, imponer una tarea muy cuidadosa en defensa del proyecto nacional, popular y democrático: ganar a sectores medios prisioneros de la desinformación y mentiras excitantes que los llevan al paroxismo de creer que estamos a punto de convertirnos en una maléfica republiqueta socialista en la que todo estará prohibido y las libertades públicas, desaparecerán.

Es que aún las capas medias que adhieren y están dentro del proyecto nacional y popular no dejan de confundir el sano y constructivo ejercicio de la crítica-autocrítica con la insidia de encontrar siempre en el sentido común dominante las explicaciones de nuestro obrar errado antes que en el crimen de la derecha: toda obra humana conlleva la posibilidad del yerro y gobernar es una obra humana.

El mejor ejemplo ha sido el robo organizado que nos develara Horacio Verbitsky (Página 12 del 7/10/12) entre jueces corruptos y procesistas, jefes de Gendarmería y Prefectura, abogados delincuentes que obtienen medidas cautelares en amparos, por medio de las cuales gendarmes y prefectos cobran sumas desmesuradas e  injustas, que rompen las reglas de la equidad remunerativa de los trabajadores públicos. Es en defensa de sostener esos privilegios espurios que benefician a la inmensa mayoría de todos los cuadros de esas fuerzas y al 100% de sus cuadros superiores que siguen extorsionando al Gobierno Popular movilizados con métodos "robados" de los trabajadores que los ejercieron en la justa lucha por sus reivindicaciones.

No hay ninguna posibilidad de acceder a su extorsión en todo o en parte. Hacerlo nos pondría en el comienzo de una erosión del poder democrático sin límites que, sin ninguna necesidad de "golpe" en los términos conocidos, nos llevará a una parodia de gobierno civil condicionado como los anteriores al 2003 por el amplio abanico de intereses en manos de muy pocos: el de aquellos que nada trabajan, mucho especulan y delinquen, y casi todo lo tienen. También por eso, es trascendente multiplicar las voces y debilitar democráticamente los gritos mentirosos de Clarín y otros monopolios mediáticos.

Por amados que sean Cristina y Hugo, ellos no son inmortales, lo son sus ideas y sus convicciones. El garante de las transformaciones está más allá del formateo de las "candidaturas" por importantes que sean, de la política "real". La verdadera argamasa que consolida estos procesos de transición a sociedades cada vez más justas socialmente, más soberanas políticamente y más libres para las clases populares es la construcción de poder popular, un verdadero ejército de militantes plenos de conocimientos, convicciones, ideales y energía para distribuir la palabra, las verdades y las causas de las injusticias subsistentes. Superar los conceptos de propiedad y empoderar a la ciudadanía en el protagonismo directo, para llegar a la propiedad social, puede ser un camino fértil en la experiencia popular.

Un verdadero ejemplo de empoderamiento y protagonismo directo, es darle a la ciudadanía medios y herramientas para la compra directa a los productores de los alimentos, dado que existe un  verdadero problema en los precios, formados por las cadenas corporativas y sobre los que hay que actuar sin demoras si no se quiere recoger mal humor de los propios y leales compañeros de ruta.

El rojo de la noche del 7 de octubre, los festejos y las risas amplias de los hermanos venezolanos deben ser esa fenomenal sensación de "nunca más", de no retorno a los tiempos del neoliberalismo, del sometimiento a las usinas imperiales y, por el contrario, de la creciente unidad continental de nuestros Estados de la región y de nuestros pueblos, de modo que puedan afianzar el camino iniciado, que aun es amenazado por sus opositores internos.

De paso hay que ir desalojando las prácticas de la vieja política en las filas propias, las roscas y mezquindades, las mutaciones oportunistas de algunos y la incomprensión de algunas medidas de gobierno por pereza, mala fe o desconocimiento al influjo de la mentira de las usinas mediáticas. Pasar del agitador al militante, de la prédica consignista a la siembra de ideas y riqueza de la experiencia requiere trabajo, esfuerzo y tiempo. Pero hay que empezar antes de que sea tarde y, por las dudas, apurar el tranco. Acá y en Venezuela, porque la contracara del triunfo popular de ayer es el 44%, acá aún disperso, que jaquea y lo podría amenazar si sólo se limita a la efímera vida humana de los entrañables líderes.

Entre los vibrantes VIVAS del Comandante Hugo Chávez Frías en sus palabras de celebración ayer en la noche, hubo uno que nos alcanza y nos nutre: el "VIVA LA ALEGRÍA", contracara de los rostros crispados, odiantes y despectivos de las señoras de Callao y Santa Fe, de la Recoleta, de Olivos, en definitiva la cara del desprecio de los que siempre se sintieron dueños del todo y de todos. Caras que demuestran su verdadera decadencia como clase social dominante que ha caído en la ignorancia.

Hay que tener muy claro que debemos evitar las provocaciones y aceptar la convivencia social con esas personas tan hostiles a nuestros pueblos y gobiernos, carentes de toda argumentación, dueños de una condición humana paupérrima y despreciable, cuya única virtud es confundir el ser con el tener.

El tiempo de hoy es el socialismo siglo XXI (o como se llame lo que sigue al capitalismo en nuestro continente) que se construye con más libertades, con más inclusión y con respeto a las disidencias, salvo que estas pongan en peligro las propias democracias. En este punto, el motín de gendarmes y prefectos debe encauzase con la firmeza de la ley que no es autoritarismo sino defensa social y legítima contra el bandidaje y el autoritarismo real de las armas. Defendernos con la ley y la Constitución es nuestro deber y no debemos caer en la trampa de un democratismo excesivo que posibilite el peligroso obrar destituyente.

Ni un paso atrás, protagonismo consciente de todos y un oído atento como las sibilas le pedimos a nuestros dirigentes en esta hora compleja pero esperanzada.

(*) (Abogados Militantes de Derechos Humanos, Lunes 8 de octubre de 2012.

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